sábado, 1 de agosto de 2009


ACTIVIDADES DE AGOSTO



Catecismo de adultos: Martes 4 de agosto a las 19,30 hs.
Grupo de Damas: Jueves 13 de agosto a las 15,30 hs.
Escuela Bíblica:. Encuentros mensual: 22 de agosto

ENCUENTRO ECUMENICO DE LA PALABRA: miércoles 5 a las 20 hs. en nuestro templo

Cultos - Todos los domingos 10,30 hs. Un domingo al mes con predicador/a invitado/a-

Grupo de Oración: 6 y 20 de agosto a las 16 hs.

Almuerzo comunitario (a la canasta): Domingo 30 de agosto

JUAN 6, 24-35


_______________________________________________________________________________________
JUAN 6, 24-35
DESCUBRIR A DIOS EN MÍ
Y AMAR A QUIENES ME NECESITAN

CONTEXTO

Seguimos en el capítulo 6 del evangelio de Juan, pero hemos pasado por alto el relato de la travesía del lago y la aparición de Jesús andando sobre el agua.

La lectura de hoy afronta directamente la discusión con los judíos. En el versículo 59, se dice expresamente que el encuentro tuvo lugar en la sinagoga de Cafarnaún. Lo que no está claro en el texto es si se trata de la misma multitud que comió el pan, o se trata de un número más reducido de personas.

En todo caso, se plantea una discusión larga y dura, en la que Jesús va concretando y profundizando las exigencias de su mensaje. Por parte de los oyentes se va acentuando la distancia a medida que Jesús va aquilatando el discurso.

Resumimos ese proceso:
Entusiasmo,
duda,
desencanto,
desilusión,
oposición,
rechazo,
abandono.

EXPLICACIÓN-APLICACIÓN

Jesús no contesta a la pregunta, ¿Cómo y cuándo has llegado aquí?, sino a las verdaderas intenciones de la gente. Con ello está separando lo que no tiene ninguna importancia (cómo llegó), lo que tiene una importancia relativa (el alimento material) y lo que la tiene de verdad (el compromiso humano al que quiere llevarlos).

Me buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. La “señal” había sido una invitación a compartir, Pero ellos se fijaron sólo en la satisfacción de la propia necesi¬dad. Han vaciado el “signo” de su auténtico contenido.

Esa búsqueda de Jesús no es correcta, porque sólo pretenden seguridades para esta vida. Jesús va directamente al grano y desenmascara su intención. No le buscan a él sino el pan que les ha dado. No le buscan porque les haya abierto las puertas de un futuro más humano.

Esas palabras que Juan pone en boca de Jesús, critican la religión de todos los tiempos. Todas las religiones terminan manipulando a Dios para ponerlo a su servicio interesado. Terminan todas haciendo una oferta de seguridades, no solo para el más acá sin para el más allá.

Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que dura dando Vida definitiva. La propuesta de trabajar por el alimento que da Vida, es el resumen de todo su mensaje. Vale lo mismo para aquel tiempo que para hoy. Trata de advertir de la facilidad que tiene el hombre de malograr su vida enredándose en lo puramente material o dejándose llevar por lo sensible.

La búsqueda del verdadero pan exige esfuerzo. Es un sendero de lucha, de superación, de purificación, de regeneración, de muerte y nuevo nacimiento.

Ese alimento que perdura lo da Dios gratuitamente, pero por medio de Jesús. Dios ha acreditado a Jesús como conocedor de la divinidad y de la humanidad, como revelador del misterio de Dios y del hombre.

Sin alimento no se puede encontrar camino alguno. Por eso hay que escucharle cuando habla de otro tipo de comida que es la que me salva.
También hay que trabajar por el alimento que perece, pero no debe ser el objetivo último de nuestro trabajo.

Los judíos muestran un cierto interés por enterarse, pero como se demostrará más tarde, es puramente superficial. Acostumbrados a moverse a golpe de preceptos, preguntan a Jesús por las normas. No son capaces de pensar que Dios pueda dar algo por nada.

Éste es el trabajo que Dios quiere, que prestéis adhesión al que él ha enviado. Conocer lo que Dios espera de nosotros, sería el verdadero camino para llegar, pero ese interés es sólo aparente, en los judíos y en nosotros. En realidad no nos interesa demasiado lo que Dios quiera o no quiera. Lo que de verdad nos interesa es lo que nosotros esperamos de Dios. Para asegurar ese interés, nos hemos fabricado un Dios a nuestra medida...

De todas formas Jesús le dice lo que Dios espera de ellos: que crean. La eterna discusión entre fe y obras queda superada de una manera drástica: creer es la obra primera y más importante que Dios espera de nosotros.

Pero inmediatamente viene la institución y nos dice: lo que Dios quiere es esto y aquello; que no es más que lo que les interesa a los dirigentes de turno.

Jesús no vino a dar nuevas normas morales; vino a enseñarnos el camino de la Verdad y de la verdadera Vida. Lo que tengo que hacer en la práctica de cada día, lo tengo que descubrir yo, no me tiene que llegar de fuera como una programación, no tengo que ser un robot al que le han introducido un programa.

Lo que Dios quiere es que lleguemos a nuestra plenitud, y el “mapa de ruta” para llegar, está en nuestro interior, no fuera.

A Dios le importa mucho más lo que somos que lo que hacemos. Es verdad que lo que hacemos depende de lo que somos. Nosotros no podemos conocer lo que somos sino a través de lo que hacemos. Dios no necesita de nuestras obras para saber lo que somos.

Otra vez nos muestra nuestra fundamental ceguera cuando estamos preocupados por lo que Dios quiere que hagamos o dejemos de hacer. Solo una cosa es fundamen¬tal: creer.

Pero también aquí llega la institución y nos dice lo que es creer: la aceptación de una serie de verdades teóricas, y nos quedamos tan tranquilos. En la Escritura nunca se alude a le fe en este sentido; en la Biblia creer es tener confianza en...

Esto es lo que pide Jesús a sus oyentes. Pero inmediatamente tergiversamos esa confianza y la convertimos en una esperanza de que Dios cumpla nuestros deseos; en vez de confiar en lo que Dios quiere para nosotros y por lo tanto intentar descubrir esa voluntad, no como venida de fuera, sino como inserta en la raíz de nuestro propio ser.

La clave está en saber pasar de un pan a otro pan.

¿Qué señal realizas tú para que viéndola te creamos? ¿Qué obras haces? La exigencia de una señal para creer, es la mejor demostración de que no creen. Estarían dispuestos a aceptar un Mesías, semejante a Moisés, que demostrara su valía a base de prodigios (por eso querían hacerle rey). El maná estaba considerado como el mayor de los milagros. Exigen de Jesús que legitime sus pretensiones con otro prodigio igual o mayor.

Pero la Vida que Jesús promete no viene de fuera y espectacularmente. Está en cada uno y se manifiesta en lo cotidiano, como amor desinteresado, como preocupación por el otro.

No os dio Moisés el pan del cielo; no, es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Aquello no era más que un símbolo. La realidad está en Jesús, verdadero pan del cielo, que alimenta la verdadera Vida. Recordemos que los rabinos consideraban la Torah como el pan que Dios les había otorgado. Ahora es Jesús la única Ley que salva.

Danos siempre pan de ese. Reacción aparentemente sincera, pero radicalmente equivocada. Le llaman Señor, creen de alguna manera en sus palabras. Esperan que satisfaga sus anhelos, pero no le dan su adhesión, sólo buscan una salvación que les llegue de fuera sin que ellos tengan que hacer nada. Lo que intentan es aprovecharse de una persona, que se muestra salvada y que ha dado muestras de su capacidad de salvar.

Yo soy el pan de Vida. Es una de las claves de todo el discurso, pero es también el tema esencial de todo el evangelio de Juan. En el diálogo con Nicodemo: hay que nacer de nuevo. A la Samaritana le dice lo mismo: Yo te daría agua viva. En todos los grandes discursos, que encontramos en este evangelio, se hace referencia a la Vida con mayúscula.

Se trata de una realidad que no podemos explicar con palabras, ni meter en conceptos humanos. Solo a través de símbolos y metáforas podemos indicar el camino de una vivencia que es lo único que nos llevará a descubrir de qué se está hablando.

El que viene a mí no pasará hambre, el que cree en mi no pasará nunca sed. La manera de convertir a Jesús en pan de Vida, no es esperando que les saque las castañas del fuego. Jesús será alimento si de verdad van a él y creen en él.

¿Qué significa, “ir a él, creer en él?” Aquí radica todo el meollo del discurso. Esto es lo que tenemos que aclarar también nosotros hoy. El resto del discurso intenta dar respuesta a esta pregunta, y el resultado fue un rechazo total.

Lo que nosotros aceptamos como cristianismo, ¿es realmente lo que esperaba Jesús? Los mandamientos los cumplían los judíos del tiempo de Jesús, sobre todo los fariseos, mucho mejor que nosotros. Cumplir una serie de ritos y ceremonias, tampoco es lo que esperaba Jesús, porque son un invento posterior.

Lo que pretendía, era que los seres humanos descubrieran que se podía vivir desde una perspectiva diferente, que alcanzar la plenitud humana significaba descubrir lo que Dios es en cada uno de nosotros y una vez descubierto ese don total (Vida), respondiéramos de la misma manera, amando; no a Dios, sino a los demás, que son los que me necesitan.

Es verdad que lo que propone Jesús está en contra de toda lógica racional. Nos está diciendo, que el pan que da vida no es el pan que se recibe y se come, sino el pan que se da. Si te conviertes en pan como él, entonces, ese darte, se convertirá en Vida.

Jesús no invita a buscar la propia perfección, sino a desarrollar la capacidad de darse a sí mismo. Buscando su perfección el hombre edifica su propio pedestal, para colocar allí su falso yo. Sólo dándose, superará el individualismo egoísta y alcanzará unidad y plenitud.