jueves, 28 de enero de 2010

Migrantes y desplazados en Colombia, un desafío para la acción cristiana

Luis Eduardo Cantero, ALC Noticias

El fenómeno de la migración ha sido parte de la historia de la humanidad. La misma Biblia desde el Génesis hasta el Apocalipsis nos muestra la historia de hombres y mujeres que se trasladaban de un lugar para otro, siguiendo un sueño, compartir un mensaje, etc., estas migraciones podríamos llamarlas voluntarias. Pero, la misma Biblia también, nos muestra las migraciones involuntarias obedeciendo a diferentes circunstancias políticas, económicas, sociales, religiosas: asociadas, en su mayoría, a hechos de violencia.

Nuestra sociedad hoy vive esta dinámica de migraciones voluntarias, pero en su mayoría involuntaria. Esta ultima es la mas común, para la muestra un botón: Colombia es un país que ha vivido por lo menos 150 años de guerras, los primeros 100 años de esta guerra se vivió en la sociedad rural, que provocó la salida de un sinnúmeros de hombres y mujeres que se desplazaban del campo a las grandes ciudades en busca de un lugar mejor que los sacara de su situación de miseria y precariedad. Actualmente, el caso más dramático es el desplazamiento forzado de campesinos e indígenas que han tenido que huir de sus comunidades por la presencia de grupos ilegales, “hay riesgo de reclutamiento de menores y esto podría tener implicaciones sobre el desplazamiento”, afirmó Noël – Wetterwald en una entrevista a William Delgado .

A lo anterior, se añade la discriminación contra las comunidades indígenas, que se deja ver en el despojo violento de grandes terratenientes que se hacen de sus tierras con masacre de tribus, según asegura Ángel Torres y el desplazamiento forzado institucional debido a las construcciones hidroeléctricas en Córdoba. También se ve la discriminación hacia estos grupos debido a la falta de educación, salud y alimentación; el hambre, las epidemias, la falta de tierras cultivables, el agua potable siguen diezmando los pocos grupos indígenas que subsisten en nuestro país.

Otros colombianos y colombianas han tenido que emigrar a países limítrofes, entre ellos Venezuela, Ecuador y Panamá, huyendo de la violencia, en busca de un lugar para vivir en paz. Estos que huyen a países vecinos viven en extrema pobreza; otros, en cambio han contado con suerte al tener parientes en los países del primer mundo, han recibido asilo y logran ocupar un puesto laboral mejor. Qué de aquellos que han tenido que arriesgar la vida por caminos inhóspitos para llegar a Ecuador, Panamá o Venezuela.

Esta situación de indefensión en que quedan los migrantes y desplazados es un desafío para la acción cristiana, no podemos quedarnos de brazos cruzados, indoloros, con nuestros hermanos que sufren, tirados en el camino, esperando no solo que se le de el pan, sino que hagamos algo por ellos. Esperan una respuesta de parte de la iglesia cristiana, necesitan que se les orienten a no dejar el país y a defender sus derechos como ciudadanos. Este es el trabajo de la iglesia, abrir una pastoral con ellos, pero una pastoral abierta no cerrada, que sea ecuménica, es decir, el trabajo no es de una determinada comunidad religiosa, sino de toda las comunidades cristianas que deseen trabajar por los indefensos, que sea una oportunidad para trabajar en equipo en solidaridad y hermandad, recordando las palabras que Jehová nos encomendó: “Cuando un forastero habite con vosotros en vuestras tierras, no lo molestes ni lo oprimiréis. Lo tratará como uno de vosotros y lo amarás como a ti mismo, pues ustedes, también fueron forastero en Egipto (…)” (Levítico 19: 33 – 34)


1 William Delgado, “ENFOQUE: Delegado de Acnur señala restitución de tierras como mayor reto con los desplazados”, Entrevista a GospelNoticias.Com/ALC
http://www.alcnoticias.org/interior.php?codigo=15935&lang=687
2 Ángel Torres, “paz justa en Colombia”, en Revista Cencos – Iglesias, julio # 232 (1998), pp. 20 – 21.



NOTA RELACIONADA

Los desterrados

Por Mario Elkin Ramírez

Se ha aplicado el eufemismo “desplazado” para designar a la víctima, pero sus testimonios dan cuenta de que se trata de algo más poderoso que el simple desalojo y el traslado de un lugar a otro del país. Son numerosos los casos en los que la víctima es perseguida y sometida al llamado “desplazamiento múltiple”.

En ese acoso, el sujeto pierde las coordenadas psíquicas, simbólicas e imaginarias en las que ya no puede definirse como ciudadano del lugar donde nació, propietario de tal parcela, reconocimiento como vecino, con nombre propio, familia e historia, y le es destruida como referencia identitaria la geografía que lo rodeó y le sirvió de punto de orientación y de construcción de hábitos sedentarios. Ahora tiene la certeza de saberse dueño de nada y de no pertenecer a ninguna parte. Hay, en consecuencia, un quiebre psíquico importante en los mal llamados “desplazados”, por lo que, propiamente, se les debería llamar “desterrados”.

Para el 2007 se registraban en Colombia 2.853.445 personas desplazadas en los últimos diez años, sin considerar los que no se registran. Aunque “Pastoral Social y Codhes hablan de 3.662.842 personas desplazadas desde 1985, y el reporte del gobierno es el de 1.716.662 contando a partir de 1997” (Martha Inés Villa: Desplazamiento forzado en Colombia. El miedo: un eje transversal del éxodo y de la lucha por la ciudadanía, Cinep, 2006).

La población desterrada está en su mayoría compuesta por mujeres, niños, adultos mayores, afrodescendientes e indios. Se verifica un grave impacto que las mujeres viven en esta situación, a saber, la violación sexual, a pesar del silencio y el difícil registro de este delito, reconocido nacional e internacionalmente como crimen de guerra. Esto refleja una práctica sistemáticamente aplicada antes y durante la situación de destierro de la población por todos los actores del conflicto armado colombiano (militares, paramilitares, reinsertados y guerrillas). También la esclavitud sexual y la promoción de la prostitución es otro impacto que viven las mujeres como consecuencia del destierro, al llegar a la nueva zona receptora, donde no encuentran ningún apoyo institucional para ubicarse de forma digna.

El desterrado encuentra en la huida su última opción y emprende un viaje sin destino; su sola certeza es la incertidumbre, su única seguridad es la de estar vivo, aunque a veces dice que esa situación es equivalente a “estar muerto en vida”.

Publicado en Página 12, 15 de enero 2010

Un peligro mayor: Pat Robertson culpa a la religiosidad de Haití por el terremoto

Por Alexander Cabezas para ALC Noticias

Hemos escuchado y visto las trágicas noticias de los recientes acontecimientos ocurridos al oeste de Haití. Se estima que hay 300 mil niños y niñas huérfanos y más de 200 mil personas que han perdido la vida. Ante este triste panorama, son preocupantes las aseveraciones de algunos predicadores evangélicos, entre ellos Pat Robertson, quien no se reservó su opinión al señalar que este terremoto fue consecuencia de “pactos con el diablo y maldiciones ancestrales de los haitianos”.

No nos deberían extrañar las declaraciones de este líder religioso, quien al mejor estilo de los medios de comunicación amarillistas, en el 2005 promovía el asesinato del presidente venezolano Chávez; violentando así todos los principios bíblicos fundamentales que Jesús enseñó sobre el amor al prójimo (Mateo 19), o las exhortaciones que hacen las Escritura de orar ante todo “por las autoridades…” (1 Timoteo 2).

Ahora su nuevo discurso no solamente falta el respeto a la iglesia cristiana haitiana, sino a todo este pueblo que más que una acusación, necesita apoyo. Este líder está olvidando los acontecimientos históricos y lamentables sufridos por este pueblo vulnerable más allá de los actuales desastres naturales.

En sus inicios Haití llegó a brillar como una joya en medio del Caribe por su increíble prosperidad. Inclusive, fue el primer país productor de azúcar y el primero en darle una bofetada al sistema colonial al abolir la esclavitud. Pero no tardaron otras naciones y líderes inescrupulosos en despojar a este país valiéndose de sanciones, deudas externas, altos impuestos, regímenes militares oportunistas y autocráticos, entre otros. Por lo que no es justo condenar o señalar a Haití cuando el verdadero pecado fue el subyugamiento y la denigración de la cual ha sido objeto.

Las palabras de Robertson no son novedosas, representan una línea de pensamiento que recurre a fórmulas y al temor para promover sus doctrinas. Pareciera que asocian todo lo nefasto con pecado, mientras que la prosperidad es señal de “buena armonía con Dios”; quimera que recuerda los errados y heréticos argumentos que hacían los seudo amigos de Job para justificar teológicamente las desgracias que estaba atravesando este hombre, cuando en verdad Job sufría siendo íntegro. Quizás por eso la Biblia muy realistamente enseña que en esta vida tanto los justos como los injustos sufren, pero no por ello Dios detiene sus bendiciones sobre unos u otros (Mateo 5:45-47).

Nos jactamos de no tener “dioses falsos”, pero nuestra miopía no nos ayuda a ver que los verdaderos idólatras, en ocasiones somos nosotros los de la sociedad occidental, quienes no titubeamos en postramos y rendirle culto al hedonismo y al materialismo. Antes de tirar la primera piedra, deberíamos pedir perdón reconociendo que en esencia recién ahora estamos volcando nuestro mirar a esta nación que lleva siglos clamando por ayuda. ¿Cuántos misioneros pudimos enviar antes de esta catástrofe? ¿Cuantas acciones hubiésemos logrado en beneficio de la vida de aquellos niños, niñas que piden no solamente pan, sino abrigo, protección y alimento espiritual?

NOTAS RELACIONADAS

Robertson, ex candidato a la Presidencia de Estados Unidos, dijo que los haitianos buscaron su libertad y Satanás aceptó y expulsó a los franceses. Esto fue en ante la audiencia de la cadena cristiana CBN. Dijo exactamente que “thousands died because haitian slaves swore a pact with the devil for their freedom” (miles de muertos, porque los esclavos de Haití hicieron un pacto con el diablo para obtener su libertad).

Afirmó que todos los desastres naturales que azotaron Haití desde 1804, se debe a sus habitantes, quienes buscaron la independencia de Francia. "Es historia verdadera. Y el diablo dijo, "OK, es un trato". Y desde entonces han sido malditos por una cosa tras otra".

"Algo pasó hace mucho tiempo en Haití y la gente no quiere hablar de eso", agregó.


REACCIONES

(NoticiaCristiana.com). Las reacciones no se hicieron esperar tras las polémicas declaraciones que hizo el tele evangelista.

Raymond Joseph, embajador de Haití en Estados Unidos, contradijo estas declaraciones en una entrevista televisiva afirmando que la independencia de Haití llevó a la libertad a través de América Latina. Agregó que “de no haber sido por la independencia de Haití, Estados Unidos no hubiera podido comprar Louisianna por 15 millones de dólares. Son tres centavos por acre. Son 13 estados al oeste del Mississippi que la revuelta de esclavos haitianos le dio a América”, enfatizó Joseph.

Pero el embajador haitiano en EE UU no fue el único que reaccionó sino Valerie Jarrett, la asesora y confidente de Barack Obama quien dijo: “Me quedo sin palabras ante esa declaración. Nuestro corazón está con la gente de Haití… Ésa no es la actitud que expresa el espíritu del Presidente o los estadounidenses”, dijo Jarret en el programa Good Morning America de la cadena ABC.

Sin embargo Chris Roslan, vocero de Robertson, defendió a su reverendo y dijo que el comentario se basó en los ritos del vudú efectuados antes de una rebelión de esclavos ante los amos coloniales franceses en 1791 y Robertson, nunca dijo que el terremoto fue obra de la ira divina, pero la justificación llegó muy tarde porque el secretario de prensa de la Casa Blanca, dijo: “En tiempos de grandes crisis siempre hay gente que dice cosas realmente estúpidas”.

martes, 5 de enero de 2010

Epifanía del Señor




Escrito por Ángel Moreno de Buenafuente. Publicado en Ecclesia

Escuche esta noticiaAcabo de llegar de Polonia, donde he visitado los lugares en los que aún quedan vestigios de la barbarie del holocausto, de la represión, y la memoria del miedo. El 31 de diciembre último, un día frío, gris, con nieve y hielo, envuelto en niebla y humedad por fuera y por dentro, me invadió una ráfaga de intensa soledad. Enmudecido ante el espectáculo doloroso, como tantos otros visitantes en cuyas facciones se dibujaban la seriedad, el silencio y la tristeza, me preguntaba: “¿Dónde estaba la luz redentora en la ocupación tiránica? ¿Dónde la esperanza, en tiempos de tanta represión? ¿Dónde brilló la estrella en la persecución solapada o violenta de los años 1939-1945? ¿Dónde brilla hoy el resplandor de la gloria de Dios?”

En medio de tanto horror, en el pabellón 11, celda 18, del Campo de Concentración de Auschwitz, unas flores y cirios votivos recordaban la entrega martirial de San Maximiliano María Kolbe. En la celda 22, se mostraban cómo uno de los prisioneros, mientras aguardaba la muerte, tuvo tiempo de dibujar en la pared unos bajorrelieves del cuerpo humano y de Cristo en la cruz. También vi alguna partitura de música compuesta en noche de oscuridad, y vasos sagrados donde se celebró la Eucaristía en clandestinidad.


No deseo aliviar la pesadilla que me produjo la visita a los campos de concentración con un discurso estético. Mas ante el muro infranqueable del exterminio y del sufrimiento que sigue presente en tantos países, recordé que a los Magos también se les ocultó la luz, y el mismo genocida, a quien preguntaron para conocer el lugar donde había nacido el Mesías, sirvió de indicador para llegar hasta Belén, donde pudieron adorar al Niño en brazos de su madre y gozar de la noticia del Salvador del mundo.


En tantos casos, la Epifanía sucede de manera paradójica, a través de mediaciones adversas, impropias, como en el caso de Herodes, quien entra en escena con la estrategia mentirosa, y a pesar suyo, se convierte en mediación para el hallazgo. “Llamó en secreto a los Magos y los mandó a Belén”.


Estoy seguro de que hoy también existe, en medio de circunstancias difíciles, la luz. Los sinceros, que buscan la verdad y la descubren a través de paradojas.


Los Magos, al llegar hasta el Niño, después de atravesar la noche, la duda, y el camino errado, son conscientes de que han sido conducidos, aun por valles de tinieblas hacia el Mesías.


Son muchos los ejemplos en los que se repite el camino de los Magos hacia Belén para ver al Salvador del mundo; a pesar de los que intentan obstruir el camino, el poder de Dios reconvierte la roca en manantial, el desierto en vergel, a Herodes en indicador de la dirección adecuada para encontrar al Señor.


La Epifanía sigue siendo el milagro de los que esperan contra toda esperanza, creen contra toda contradicción y aman en toda adversidad, demostrándose “cómo los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la promesa de Jesucristo.”