El domingo 17 de octubre se celebra en nuestro país el día de la Madre.
¿Qué te parece estimado lector -tu que tienes la ventura de tenerla a tu lado- si le lees esta poesía acompañada por un cálido abrazo y un cariñoso beso?.
- Ven para acá- me dijo dulcemente
mi madre cierto día;
(aún parece que escucho en el ambiente
de su voz la celeste melodía).
-Ven y dime qué causas tan extrañas
te arrancan esa lágrima, hijo mío,
que cuelga de tus trémulas pestañas
como gota cuajada de rocío.
-Tu tienes una pena y me la ocultas;
¿no sabes que la madre más sencilla
sabe leer en el alma de sus hijos
como tú en la cartilla?
-Quieres que te adivine lo que sientes?
Ven para acá, pilluelo,
que con un par de besos en la frente
disiparé las nubes de tu cielo.
Yo prorrumpí a llorar. Nada, le dije-;
las causas de mis lágrimas ignoro;
pero de vez en cuando se me oprime
el corazón, y lloro…
Ella inclinó la frente pensativa,
se turbó su pupila,
y enjugando sus ojos y los míos,
me dijo más tranquila:
-¡Llama siempre a tu madre cuando sufras,
que vendrá muerta o viva;
si está en el mundo a compartir tus penas,
y si no, a consolarte desde arriba!...
Y lo hago así cuando la suerte ruda
como hoy perturba de mi hogar la calma;
invoco el nombre de mi madre amada,
y entonces siento que se ensancha el alma.
OLEGARIO V. ANDRADE (1841-1882)
Poeta argentino – Poesías
¿Qué te parece estimado lector -tu que tienes la ventura de tenerla a tu lado- si le lees esta poesía acompañada por un cálido abrazo y un cariñoso beso?.
- Ven para acá- me dijo dulcemente
mi madre cierto día;
(aún parece que escucho en el ambiente
de su voz la celeste melodía).
-Ven y dime qué causas tan extrañas
te arrancan esa lágrima, hijo mío,
que cuelga de tus trémulas pestañas
como gota cuajada de rocío.
-Tu tienes una pena y me la ocultas;
¿no sabes que la madre más sencilla
sabe leer en el alma de sus hijos
como tú en la cartilla?
-Quieres que te adivine lo que sientes?
Ven para acá, pilluelo,
que con un par de besos en la frente
disiparé las nubes de tu cielo.
Yo prorrumpí a llorar. Nada, le dije-;
las causas de mis lágrimas ignoro;
pero de vez en cuando se me oprime
el corazón, y lloro…
Ella inclinó la frente pensativa,
se turbó su pupila,
y enjugando sus ojos y los míos,
me dijo más tranquila:
-¡Llama siempre a tu madre cuando sufras,
que vendrá muerta o viva;
si está en el mundo a compartir tus penas,
y si no, a consolarte desde arriba!...
Y lo hago así cuando la suerte ruda
como hoy perturba de mi hogar la calma;
invoco el nombre de mi madre amada,
y entonces siento que se ensancha el alma.
OLEGARIO V. ANDRADE (1841-1882)
Poeta argentino – Poesías