Ciertos detalles en los relatos de la resurrección
de Jesús no coinciden en los evangelios. Queremos destacar, con todo, algunas
apreciaciones que emanan del relato de Mateo, tanto aquello que está bien
explícito como lo que queda implícito (no expresado directamente en el relato).
1.- Las mujeres María Magdalena y su tocaya
María van al sepulcro de Jesús muy temprano el día domingo, primer día de
la semana. No era común que las mujeres
anduvieran de noche en la calle; más bien era peligroso, y el sepulcro quedaba
en las afueras de la ciudad. Ello nos indica el grado de determinación que
tenían estas mujeres para cumplir un rito póstumo de honrar el cuerpo de Jesús.
Ellas van, asumen el peligro de la noche en las inmediaciones de Jerusalén,
corren el riesgo de que les ocurra algo imprevisto. En efecto, algo imprevisto
les va a ocurrir…2.- El anuncio del ángel a las mujeres subraya la identificación del Crucificado, que había sido sepultado, con el Resucitado. Jesús no está más allí, pues ha resucitado. Ellas reciben el mandato de avisar a los discípulos varones que Jesús resucitó y que lo encontrarán en Galilea: hacia allí deben dirigirse y lo podrán encontrar.
3.- Así hacen María Magdalena y la otra María. Salen del
sepulcro con temor y gozo, en una grandísima sorpresa por lo inesperado del
evento y por lo que aún puede acontecer. Ellas reciben un encargo misionero:
son enviadas por la Palabra de Dios a dar el anuncio de que Jesús resucitó.
Habían sido testigos del ministerio de Jesús; ahora son ellas mismas ministras
de la Palabra de la resurrección… pero falta algo más.
4.- En el camino de la obediencia al mandato evangélico,
dirigiéndose con temor y gran gozo a Galilea desde Jerusalén, se encuentran
con Jesús resucitado. Ahora sí experimentan directamente que Jesús superó
la prueba de la crucifixión, de la muerte y del sepulcro. El encuentro deriva
en reconocimiento de Jesús como Señor («abrazaron sus pies y lo adoraron»).5.- Jesús resucitado las reenvía a Galilea: allí los hermanos de Jesús (los discípulos de antes y los nuevos) podrán «ver» al Resucitado, encontrarse con Él, compartir la experiencia de la justicia del Reino de Dios que supera la injusticia de este mundo. Dice René Krüger1, al respecto, lo siguiente:
«La mención de Galilea no es menor. Se trata de la despreciada
región llamada «Galilea de los gentiles»; la tierra de agricultores,
carpinteros, amas de casa, pescadores; la tierra de campesinos sin tierra,
explotados y empobrecidos; la tierra de enormes masas de hambrientos y personas
sin hogar; el mundo de miles y miles que en la apreciación de Jesús eran
«ovejas sin pastor». Un mundo desordenado, pero que vio nacer el evangelio».
HACIA UNA ACTUALIZACIÓN
a) La Galilea de
los Gentiles era la región de procedencia de los primeros discípulos de Jesús y
de los primeros cientos de personas que fueron testigos de su ministerio antes
de la crucifixión. Las mujeres son invitadas, así como los discípulos varones,
a volver a sus pueblos, campos y ciudades de origen para encontrarse con el
Resucitado. La misión, entonces, se hará en los pagos de procedencia de cada
uno/a, de acuerdo al relato de Mateo. El Resucitado se revelará finalmente
allá, donde había comenzado su ministerio. La historia vuelve a empezar, así,
para el Ev. Mt, aunque estemos al final del relato sobre Jesús. La historia de esas personas tendrá ahora el
sello del Resucitado, por lo tanto se tratará de una historia transformada,
renovada, ampliada…
b) Allí donde
vivimos, trabajamos, sufrimos, esperamos, convivimos con otras personas, el Resucitado
nos llama a hacer misión. No hay recetas pero tampoco estamos tan desarmados
espiritualmente como para no poder encarar nada concreto. Quien tiene voz puede
hablar; quien tiene pies puede moverse; quien tiene corazón dispuesto puede
hacerse de nuevos amigos/as; quien tiene algo de fe en Cristo puede encontrar
algún momento para hacerlo saber a otra persona. Quien tiene alguna convicción
sobre su manera de vivir y de dónde le viene la inspiración podrá compartir
unas palabras sobre su formación cristiana evangélica; quien tiene la confianza
en que Dios asume nuestros sufrimientos, enfermedades y dolores, para no
dejarnos abandonados, obtendrá fuerzas para no ser indiferentes ante sufrimientos, enfermedades y dolores de quien se
le cruza en el camino.
c) Cada uno/a de
nosotros vive en su propia «Galilea», allí donde podemos encontrar al Resucitado.
Claro: ello implica dejarnos interpelar y apelar por el mensaje bíblico desde
nuestras experiencias de «sepulcro», de frustración, de angustia, y ponernos en
camino de «Jerusalén» a «Galilea». Con temor y gran gozo tenemos una misión que
cumplir en nuestra propia «Galilea de los gentiles».
d) Un gran campo
misionero se abre para nosotros/as, pero antes de sentirnos apabullados por el
escenario social complejo del cual formamos parte, uno podría preguntarse en oración:
¿a quién puedo invitar hoy a participar de la iglesia? ¿Por qué no pueden
familiares, vecinos, amigos/as, conocidos/as, probar esta experiencia cristiana
comunitaria que a mí me hace bien y de la cual estoy plenamente convencido/a? ¿Por
qué no supero mi egoísmo, mi encierro y mi timidez, y me largo a la aventura de
abrirme más para compartir por lo menos algo de lo que, para mí, es fundamental
e imprescindible: el mensaje de Cristo compartido en comunidad?
Wilma E. Rommel – Álvaro
Michelin Salomon
Tomado de: A.M.S.,
con la colaboración de W. R., Estudios Bíblicos para caminar con el Pueblo de
Dios – Vol. III, Nuevo Testamento Tomo 2, disponible en:
http://www.iglesiavaldense.com/2015/01/para-caminar-con-el-pueblo-de-dios/