John Polkinghorne, un científico y teólogo inglés, que viene dedicando su vida al diálogo entre ciencia y religión y contra todos los dogmatismos, ha cumplido 80 años. Habiendo nacido en 1930, estudió matemáticas y física en el Trinity College de Cambridge, convirtiéndose en uno de los principales colaboradores de Paul Dirac –premio Nobel 1933- en el campo de la cuantística –rama de la física que estudia la energía de las radiaciones- y de la investigación sobre las partículas atómicas. Doctorado a los 24 años, se casa con Ruth Martin, una laureada en matemáticas en Cambridge, compartiendo casi 52 años de fe, compromisos morales y desafíos intelectuales. Su carrera prosigue en Harvard con el premio Nobel Gell-Mann y luego de nuevo en Cambridge, donde bajo la guía de otro premio Nobel, contribuye al descubrimiento de los cuantos, esto es, la mínima cantidad de energía de las radiaciones. A los 36 años se convierte en profesor y jefe departamental de Física Matemática y en 1974 le son conferidas dos raras y altísimas honorificaciones: la de Doctor en Ciencias de la Universidad de Cambridge y la de Fellow de la Society. En 1979, en la cumbre de su carrera, renuncia para iniciar estudios de teología. Consagrado en 1981 como pastor ejerce el pastorado en la Iglesia Anglicana hasta 1986, cuando vuelve a Cambridge como capelán y decano del Trinity Hall. Por esa época comienza a escribir para explicar su elección a amigos y científicos colegas.
Es canónigo teólogo de la Iglesia de Inglaterra, profesor de teología, presidente de la Comisión de Ciencia, Medicina y Tecnología, miembro de la Comisión de Doctrina y miembro del Sínodo Anglicano. Como científico es presidente de una serie de Comisiones sobre temas científicos y bioéticos. Ha publicado más de 25 títulos, entre los cuales “Cuarks, caos y cristianismo” editado por editorial Claudiana en italiano. En 1989 fue elegido presidente del Queen’s College y en 1997, la Reina le confirió el título de Sir. Entre los premios recibidos cabe mencionar el Templeton para el progreso de la Religión en 2002, cuya suma de un millón de dólares fue transferida a su Universidad.
En este último año también se convirtió en Presidente fundador de la Sociedad Internacional de la Ciencia y la Religión. Es asimismo uno de los fundadores del Instituto Faraday para la Ciencia y la Religión y de la Sociedad de los Científicos Consagrados. En ocasión de cumplir 80 años las Universidades de Cambridge y Oxford han organizado toda una serie de conferencias y reuniones en su honor.
La decisión de renunciar a una brillante carrera en la Física de la Cuantos para estudiar teología y convertirse en pastor en la vigilia de cumplir 49 años había dejado atónitos a sus colegas. Los periódicos que lo informaron lo consideraron algo así como una conversión en el camino de Damasco. En cambio, para John Polkinghorne “cristiano desde la cuna”, crecido en una familia que con fe había aceptado la muerte de una hija pequeña y de un hijo piloto de la RAF en la guerra contra Hitler, todo había madurado lentamente.
Años antes había seguido a su esposa Ruth –estadística, música y luego madre a tiempo completo- en un estudio bíblico en su iglesia a cargo del pastor y psicoterapeuta junghiano Eric Hutchinson, al cual está todavía hoy agradecido por haberle abierto espirales de su propia psique y por haberlo introducido en el pensamiento del “más grande teólogo del siglo XX”, Karl Barth. Poco a poco la vocación se hizo clara y luego de discusiones, reflexiones y oraciones, llegó la decisión. Un domingo en el cual los dos hijos y la hija estaban almorzando luego del culto, los padres anunciaron que el padre había entrado en el colegio teológico Wescott House y la madre estudiaría de enfermera profesional en el asimismo famoso Addenbrookes Hospital de Cambridge.
El cambio no significaba sin embargo una rotura, Polkinghorne no renegaba para nada de sus estudios y de su base científica: simplemente después de 25 años de investigación sentía haber dado todo lo que podía a la ciencia, mientras se sentía estimulado a profundizar en otro lugar.
Consagrado en 1981 y después de haber actuado en varias iglesias en distintos lugares de Inglaterra, en el año 1986 vuelve a Cambridge con entusiasmo porque en el entretiempo encontró su verdadera vocación: actuar como mediador entre los mundos aparentemente en antítesis de ciencia y religión. Los primeros libros nacen precisamente del deseo de explicar su decisión a sus amigos y colegas científicos. Recuerda que fue muy estimulante la conversación que tuvo durante la cena con el enésimo amigo premio Nobel Steven Weinberg, ateo que, no obstante, “le complacía hablar de Dios”. Desde entonces los títulos se hacen numerosos, y entre ellos se halla una divertida y estimulante autobiografía y una interesante respuesta a preguntas y objeciones de interés general que recibe a través de su correo electrónico sobre argumentos referidos a ciencia y fe.
Para Polkinghorne, quien sostiene que ciencia y religión son inconciliables, es porque tiene una idea muy limitada de ambas, la ciencia no está hecha sólo de datos: la interpretación y la intuición juegan un rol esencial. Y la religión no consiste sólo de opiniones. La ciencia por si sola es restrictiva, las preguntas más significativas y gravosas las deja de lado, mientras que la religión da respuestas que la ciencia no sabe dar.
Descubrir que todo es gravedad o que la tierra gira alrededor del sol no cambia nuestro modo de vivir cotidiano. Pero rechazar la ciencia o es el modo justo de amar a Dios. Creacionismo fundamentalista y evolucionismo ateo son dos caras del dogmatismo que combate decidido pero sonriente: “Los ateos explican demasiadas cosas con sólo datos y su materialístico mundo tiene varios puntos no explicados, incluso aquel decididamente importante, de partida”.
Por otro lado, los creacionistas fundamentalistas con sus anteojeras disminuyen la Biblia, que no es un texto científico sino una biblioteca, un laboratorio, un cuaderno de apuntes sobre como Dios se ha revelado.
Un Dios que no es un tirano cósmico y no engaña y del cual gracias a la teoría de los cuantos podemos ahora comprender de modo diverso y más profundo misterios como la encarnación, la trinidad y la resurrección. Incluso si quedan temas sobre los cuales todos todavía nos movemos en la oscuridad. Sin embargo, los que creen se mueven en la dirección justa.
Traducido y adaptado por el Editor del artículo aparecido sobre el tema en el periódico RIFORMA del 29 de octubre de 2010, en su última página.