En las
comunidades de la Iglesia Evangélica Valdense de Argentina y Uruguay se celebra
anualmente, en el ámbito campesino, la Fiesta de la Cosecha. Antes de reflexionar sobre las raíces y el
significado de la misma, corresponde precisar algunos elementos comprendidos en
la palabra «fiesta».
I. Fiesta. Para las culturas antiguas, la
fiesta era un acto de culto colectivo que se celebraba anualmente con la
sucesión de las estaciones.
Frecuentemente esas fiestas tenían relación con
los misterios de la fecundidad de la naturaleza, siendo ésta el sujeto del
milagro en sí. Al incorporar en su culto ese tipo de fiesta, Israel le da un nuevo
sentido: son conmemoraciones de las grandes intervenciones y acciones de Dios
en su creación. Desde los tiempos antiguos, las fiestas tenían para el culto de
Israel y para la vida cotidiana de sus miembros, una gran importancia.
Originalmente, Israel celebraba tres grandes
fiestas (Éxodo 23: 14-17). Se les llamaba «fiestas de peregrinación» porque se
caracterizaban por una gran afluencia de peregrinos en marcha hacia el templo
de Jerusalén. Las tres grandes celebraciones anuales eran: La fiesta de Pascua
en conmemoración de la liberación de la esclavitud de Egipto; la fiesta de las
siete semanas más un día (Pentecostés), cincuenta días después de Pascua,
originalmente fiesta agrícola de reconocimiento por la cosecha de los primeros
frutos de la tierra; la fiesta de las enramadas, fiesta de la cosecha de «fin
de año» con la recolección de «todo lo sembrado.» Aunque resulte obvio el hecho
de que si hay fiesta hay alegría, la Biblia subraya ese sentido de la alegría
(Deuteronomio 16: 14).
Una alegría delante de Dios, el Creador y
Sustentador del mundo y una alegría compartida con la familia, la comunidad de
fe y la inclusión de los extranjeros.
Israel interpretó el sentido de las fiestas como
celebraciones históricas, pero manteniendo la dimensión agrícola, como aparece
en las fiestas de la cosecha. Dios es celebrado por ser el autor de los dones
de la tierra y sus frutos.
II. Las fiestas de la
cosecha 2015. Por ser clave en este tema, transcribimos el
texto bíblico de Éxodo 23: 16: «Celebra también la fiesta de la cosecha de los
primeros frutos de lo que sembraste en el campo, lo mismo que la fiesta de la
cosecha de fin de año, cuando coseches todo lo que hayas sembrado.»
Aunque no sea posible establecer una relación
directa entre las celebraciones de Israel descriptas en el Antiguo Testamento y
las actuales fiestas en las comunidades valdenses rio-platenses, son evidentes
las similitudes entre ambas. Citamos algunos elementos afines.
1. La
presentación de los frutos del campo (cereales, animales, hortalizas, fruta,
etc.) como ofrenda agradecida a Dios el Creador y sustentador de la naturaleza
que hace posible la producción de abundantes frutos de la tierra.
2. La
fiesta de la cosecha no es una celebración individualista, sino que comprende a
la familia, a la comunidad de fe y a los extranjeros.
3.
Con las ofrendas en la fiesta de la cosecha la comunidad vive la alegría, porque
hay mayor dicha en el dar que en recibir.
4.
Las ofrendas son una confesión de fe con la que se reconoce la bendición de
Dios en la vida de cada uno de sus hijos y bendición en cada fruto de la
tierra.
5. En
la línea de las prácticas de las comunidades cristianas del Nuevo Testamento,
las ofrendas de los miembros serán destinadas al sostén de la organización
eclesiástica y fundamentalmente, en una fraternidad entre las congre-gaciones
de distintas regiones, la ayuda será destinada a los más necesitados
III. Fiesta de la
gratitud. Tanto originalmente como en la actualidad, el
sentido de la fiesta de la cosecha es apreciado y ampliamente difundido en las
comunidades campesinas. Pero, ¿qué pasa con las comunidades valdenses urbanas
de Uruguay y Argentina? La respuesta nos conducirá luego hacia lo esencial del
tema. Sin modificar el sentido original de la celebración, pasará a llamarse
«Fiesta de la gratitud.» Los productos del campo serán sustituidos por las artesanías,
los comestibles, la ropa, etc. Persiste el mismo espíritu de alegría, la
alegría en el compartir fortaleciendo el sentido de la fraternidad, de la hermandad
cristiana.
Llegamos así a lo esencial anunciado antes, esto
es: la fe en Dios Padre Creador, Hijo Salvador y Espíritu Santo sustentador,
constituye el fundamento de la vida cristiana que se expresará con alegría y sobre
todo: con Gratitud.
El reconocimiento agradecido por el amor que
Dios dispensa a la tierra y a su mundo es la fuente de una genuina alegría,
porque para los corazones agradecidos no caben las penas y las lamentaciones.
Las fiestas de la gratitud, tanto para las
comunidades campesinas como para las urbanas tienen así, un común denominador
que es: la confesión de fe en Dios, el reconocimiento de su amor y las
respuestas agradecidas concretadas en las ofrendas.
Delmo Rostan