Para quien es empleado/a: cuida tu trabajo, no lo desperdicies, persevera en la dedicación y en la buena voluntad. Leemos en Filipenses 2:12-15: «…ocúpense en su salvación con temor y temblor, porque Dios es el que produce en ustedes lo mismo el querer como el hacer, por su buena voluntad. Háganlo todo sin murmuraciones ni peleas, para que sean irreprensibles y sencillos, e intachables hijos de Dios…». Y en Gálatas 5:26: «no nos hagamos vanidosos, ni nos irritemos unos a otros, ni sintamos envidia entre nosotros».
Para quien es empleador/a: trata
de conservar las fuentes de trabajo de tus subordinados/as y, si es posible,
auméntalas. Las riquezas, cuando se comparten, pueden servir de bendición para
muchas personas y familias. Leemos en I Timoteo 6:17-19: «a los ricos de este
siglo mándales que no sean altivos, ni pongan su esperanza en las riquezas, las
cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en
abundancia para que las disfrutemos. Mándales que hagan el bien, y que sean
ricos en buenas obras, dadivosos y generosos; que atesoren para sí mismos un
buen fundamento para el futuro, que se aferren a la vida eterna».
Para quien está
desocupado/a: no esperes de brazos cruzados una solución fácil a tu drama personal o
familiar; todo no puede venir siempre de arriba. Movilízate, comparte tu
problema, promueve redes de información y solidaridad; haz contactos con
quienes pueden ayudarte a ti y a quienes están en similar situación. ¡La solidaridad
implica compromiso personal! Leemos en
Isaías 40:29,31: «el Señor da fuerzas al cansado, y aumenta el vigor del que
desfallece… los que confían en el Señor recobran las fuerzas y levantan el vue-
lo, como las águilas; y no
se cansan; caminan, y no se fatigan».
Para el ama de casa:
tienes un trabajo sin horarios y cumples un servicio muchas veces invisible
pero que es imprescindible para la vida de una familia. Pero no permitas que te
conviertan en esclava del hogar. Toma tiempo para ti porque no eres una máquina
sino una persona. Lo necesitas.
Tu familia también debe
reconocerlo. Leemos en Lucas 10:40 el reclamo de Marta a Jesús: «pero Marta,
que estaba ocupada con muchos quehaceres, se acercó a Jesús y le dijo: -Señor,
¿no te importa que mi hermana me deje trabajar sola? ¡Dile que me ayude!-». El
reclamo era humanamente justo, pero Jesús le ofrece una alternativa y lo
expresa de manera exagerada diciendo: «… Marta, Marta, estás preocupada y
aturdida con muchas cosas. Pero una sola cosa es necesaria. María ha escogido
la mejor parte, y nadie se la quitará». Jesús daba a entender con esta fuerte expresión
que hay un tiempo para cada actividad y se deben fijar las prioridades. En
medio de los muchos quehaceres necesarios para mantener una casa, también es
muy importante separar un tiempo para la meditación, la reflexión, el
aprendizaje y la oración. La vida cristiana no elimina los quehaceres domésticos
pero ubica cada cosa en su justo lugar. Si estamos preocupados y aturdidos por
muchas cosas, ¿por qué no disponer de un tiempo especial para cultivar la fe y
la esperanza que nos vienen del Evangelio?
Para quien gobierna: no
te endulces con el poder de decisión que te fue delegado y que la gran mayoría
del pueblo no posee. No cedas a la tentación de dejar ideales de honestidad y
justicia a cambio de mejorar tus ingresos de manera fraudulenta. Acuérdate en cada
acto de gobierno que ocupas un puesto político porque otras personas han
confiado en ti. Leemos en el Salmo 20:7: «algunos confían en sus carros de
guerra; otros confían en su caballería, pero nosotros con-fiamos en el Nombre,
¡confiamos en el Señor, nuestro Dios!».
Para quien es gobernado/a:
defiende tu causa cuando es justa, reclama cuando es necesario, insiste en la
práctica de la democracia abierta y participativa. Escucha y participa;
exprésate con claridad y dialoga; busca buenos asesoramientos. Tú no tienes
solamente derechos sino también obligaciones cívicas. El sistema democrático necesita
en todos sus estamentos de tu voz y presencia. El Salmo 17:1 dice: «Señor,
¡escúchame! ¡Atiende mi clamor de justicia! ¡Presta oídos a mi oración, pues no
brota de labios mentirosos!»
Para quien enseña: tienes en
tus manos una enorme responsabilidad por el presente y el futuro de tus alumnos/as;
no la tomes a la ligera. Lo que tú puedes comunicar a otras personas con
alegría y convicción difícilmente caerá en saco roto. Es cierto que en la
educación no todo depende de ti pues hay otros múltiples factores en juego;
pero en lo que está a tu alcance brindar, hazlo sin reticencia. Aunque tu
sueldo no te conforme, recuerda lo que dice Proverbios 16:8: «es mejor lo poco
del justo, que los muchos frutos del injusto»; o, en otra versión: «vale más lo
poco ganado honradamente, que lo mucho ganado en forma injusta».
Para quien estudia:
aprender cuesta mucho esfuerzo, no es un pasatiempo más. No escatimes tus dones
y posibilidades para perseverar en tu formación personal para el futuro. Cuanto
más responsable seas hoy en tu capacitación, más llevadera te resultará la vida
en sus diversas facetas pues estarás más preparado/a para enfrentar determinadas
circunstancias. Leemos en Proverbios 14:33: «la sabiduría reposa en el corazón
prudente, pero entre los necios es desconocida».
Para quien trabaja la tierra
o es productor ganadero: no te desesperes por las
adversidades climáticas y la impotencia de manejar las lluvias y el sol a tu
antojo. No eres el único que pasa dificultades y, si tú eres propietario/a,
seguramente muchas personas y familias no disponen de los bienes que tú tienes
en reserva como un capital de respaldo. El mejor capital es el de la paciencia
y la perseverancia para volver a empezar después de cada mal negocio. Si un
rubro de producción ya no es más rentable, habrá otros que sí lo serán. Leemos
en Mateo 6:26: «miren las aves del cielo, que no siembran, ni cosechan, ni recogen
en graneros, y el Padre celestial las alimenta. ¿Acaso no valen ustedes mucho
más que ellas?»
Para quien duda más de lo
que cree: pide a Dios a tu modo que te conceda fe. Cada persona debe recorrer su
propio camino espiritual. Si aún no has encontrado el mensaje bíblico que tiene
a Cristo como centro, o te cuesta mucho experimentar su influencia en ti, tómate
tu tiempo pero no dejes pasar las oportunidades para encontrar a otras personas
que pueden ayudarte. No te rindas: Dios es paciente. No desconfíes de todo ni
de cada persona. La vida en el Evangelio es apasionante y nos involucra de tal
modo que sentiremos la presencia espiritual de Dios y la compañía de muchas personas.
Leemos en Hechos de los Apóstoles 2:38-39: «y Pedro les dijo: -arrepiéntanse, y
bautícense todos ustedes en el nombre de Jesucristo, para que sus pecados les
sean perdonados. Entonces recibirán el don del Espíritu Santo. Porque la
promesa es para ustedes y para sus hijos, para todos los que están lejos, y
para todos aquellos a quienes el Señor nuestro Dios llame-».
Álvaro Michelin Salomon