lunes, 23 de enero de 2017

Exhortaciones y consejos Bíblicos para el Año Nuevo


Para quien es empleado/a: cuida tu trabajo, no lo desperdicies, persevera en la dedicación y en la buena voluntad. Leemos en Filipenses 2:12-15: «…ocúpense en su salvación con temor y temblor, porque Dios es el que produce en ustedes lo mismo el querer como el hacer, por su buena voluntad. Háganlo todo sin murmuraciones ni peleas, para que sean irreprensibles y sencillos, e intachables hijos de Dios…». Y en Gálatas 5:26: «no nos hagamos vanidosos, ni nos irritemos unos a otros, ni sintamos envidia entre nosotros».

Para quien es empleador/a: trata de conservar las fuentes de trabajo de tus subordinados/as y, si es posible, auméntalas. Las riquezas, cuando se comparten, pueden servir de bendición para muchas personas y familias. Leemos en I Timoteo 6:17-19: «a los ricos de este siglo mándales que no sean altivos, ni pongan su esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. Mándales que hagan el bien, y que sean ricos en buenas obras, dadivosos y generosos; que atesoren para sí mismos un buen fundamento para el futuro, que se aferren a la vida eterna».

Para quien está desocupado/a: no esperes de brazos cruzados una solución fácil a tu drama personal o familiar; todo no puede venir siempre de arriba. Movilízate, comparte tu problema, promueve redes de información y solidaridad; haz contactos con quienes pueden ayudarte a ti y a quienes están en similar situación. ¡La solidaridad implica compromiso personal!  Leemos en Isaías 40:29,31: «el Señor da fuerzas al cansado, y aumenta el vigor del que desfallece… los que confían en el Señor recobran las fuerzas y levantan el vue-

lo, como las águilas; y no se cansan; caminan, y no se fatigan».

Para el ama de casa: tienes un trabajo sin horarios y cumples un servicio muchas veces invisible pero que es imprescindible para la vida de una familia. Pero no permitas que te conviertan en esclava del hogar. Toma tiempo para ti porque no eres una máquina sino una persona. Lo necesitas.
Tu familia también debe reconocerlo. Leemos en Lucas 10:40 el reclamo de Marta a Jesús: «pero Marta, que estaba ocupada con muchos quehaceres, se acercó a Jesús y le dijo: -Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje trabajar sola? ¡Dile que me ayude!-». El reclamo era humanamente justo, pero Jesús le ofrece una alternativa y lo expresa de manera exagerada diciendo: «… Marta, Marta, estás preocupada y aturdida con muchas cosas. Pero una sola cosa es necesaria. María ha escogido la mejor parte, y nadie se la quitará». Jesús daba a entender con esta fuerte expresión que hay un tiempo para cada actividad y se deben fijar las prioridades. En medio de los muchos quehaceres necesarios para mantener una casa, también es muy importante separar un tiempo para la meditación, la reflexión, el aprendizaje y la oración. La vida cristiana no elimina los quehaceres domésticos pero ubica cada cosa en su justo lugar. Si estamos preocupados y aturdidos por muchas cosas, ¿por qué no disponer de un tiempo especial para cultivar la fe y la esperanza que nos vienen del Evangelio?

Para quien gobierna: no te endulces con el poder de decisión que te fue delegado y que la gran mayoría del pueblo no posee. No cedas a la tentación de dejar ideales de honestidad y justicia a cambio de mejorar tus ingresos de manera fraudulenta. Acuérdate en cada acto de gobierno que ocupas un puesto político porque otras personas han confiado en ti. Leemos en el Salmo 20:7: «algunos confían en sus carros de guerra; otros confían en su caballería, pero nosotros con-fiamos en el Nombre, ¡confiamos en el Señor, nuestro Dios!».
Para quien es gobernado/a: defiende tu causa cuando es justa, reclama cuando es necesario, insiste en la práctica de la democracia abierta y participativa. Escucha y participa; exprésate con claridad y dialoga; busca buenos asesoramientos. Tú no tienes solamente derechos sino también obligaciones cívicas. El sistema democrático necesita en todos sus estamentos de tu voz y presencia. El Salmo 17:1 dice: «Señor, ¡escúchame! ¡Atiende mi clamor de justicia! ¡Presta oídos a mi oración, pues no brota de labios mentirosos!»
Para quien enseña: tienes en tus manos una enorme responsabilidad por el presente y el futuro de tus alumnos/as; no la tomes a la ligera. Lo que tú puedes comunicar a otras personas con alegría y convicción difícilmente caerá en saco roto. Es cierto que en la educación no todo depende de ti pues hay otros múltiples factores en juego; pero en lo que está a tu alcance brindar, hazlo sin reticencia. Aunque tu sueldo no te conforme, recuerda lo que dice Proverbios 16:8: «es mejor lo poco del justo, que los muchos frutos del injusto»; o, en otra versión: «vale más lo poco ganado honradamente, que lo mucho ganado en forma injusta».
Para quien estudia: aprender cuesta mucho esfuerzo, no es un pasatiempo más. No escatimes tus dones y posibilidades para perseverar en tu formación personal para el futuro. Cuanto más responsable seas hoy en tu capacitación, más llevadera te resultará la vida en sus diversas facetas pues estarás más preparado/a para enfrentar determinadas circunstancias. Leemos en Proverbios 14:33: «la sabiduría reposa en el corazón prudente, pero entre los necios es desconocida».

Para quien trabaja la tierra o es productor ganadero: no te desesperes por las adversidades climáticas y la impotencia de manejar las lluvias y el sol a tu antojo. No eres el único que pasa dificultades y, si tú eres propietario/a, seguramente muchas personas y familias no disponen de los bienes que tú tienes en reserva como un capital de respaldo. El mejor capital es el de la paciencia y la perseverancia para volver a empezar después de cada mal negocio. Si un rubro de producción ya no es más rentable, habrá otros que sí lo serán. Leemos en Mateo 6:26: «miren las aves del cielo, que no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros, y el Padre celestial las alimenta. ¿Acaso no valen ustedes mucho más que ellas?»

Para quien duda más de lo que cree: pide a Dios a tu modo que te conceda fe. Cada persona debe recorrer su propio camino espiritual. Si aún no has encontrado el mensaje bíblico que tiene a Cristo como centro, o te cuesta mucho experimentar su influencia en ti, tómate tu tiempo pero no dejes pasar las oportunidades para encontrar a otras personas que pueden ayudarte. No te rindas: Dios es paciente. No desconfíes de todo ni de cada persona. La vida en el Evangelio es apasionante y nos involucra de tal modo que sentiremos la presencia espiritual de Dios y la compañía de muchas personas. Leemos en Hechos de los Apóstoles 2:38-39: «y Pedro les dijo: -arrepiéntanse, y bautícense todos ustedes en el nombre de Jesucristo, para que sus pecados les sean perdonados. Entonces recibirán el don del Espíritu Santo. Porque la promesa es para ustedes y para sus hijos, para todos los que están lejos, y para todos aquellos a quienes el Señor nuestro Dios llame-».

Álvaro Michelin Salomon