... Jesús entró y,
poniéndose en medio de los discípulos, los saludó diciendo:
«¡ Paz a ustedes!»
... y sopló sobre
ellos, y les dijo: «reciban el Espíritu
Santo»
(Juan 20: 19 b y 22
a)
ANALISIS
y REFLEXION de: Juan 20:19-23
El denominado "Pentecostés
juanino" enlaza la crucifixión y la resurrección de Jesús con la donación
de su Espíritu a los discípulos. Estamos ubicados el mismo día de Pascua,
"cuando llegó la noche de aquel día, el primero de la semana"
(Jn.20:19a). Se supone, por el contexto, que los discípulos están en Jerusalén.
Veamos algunos énfasis del relato.
* Los discípulos están encerrados por
miedo de los judíos. Esto puede tener dos connotaciones: por un lado, la
historia original de esos días de Pascua en los cuales ocurrieron
acontecimientos que conmocionaron la ciudad, habida cuenta de las opiniones
divididas en torno de la persona de Jesús. Por otro lado, esta apreciación
("por miedo a los judíos") puede estar reflejando la ruptura entre el
movimiento cristiano y los judíos hacia fines del Siglo I. Sea como fuere, el
hecho es que el temor se apodera de los seguidores de Jesús, algo que también
se da en las mujeres que van al sepulcro el día de Pascua (véase Mc.1:8ss).
El encierro físico
puede simbolizar el encierro espiritual. La muerte de Jesús conduce a muchos al
aislamiento. Un drama imprevisto, una catástrofe, un sacudón emocional, pueden
provocar actitudes "defensivas" frente a la "agresión"
psíquica externa y conducir a un repliegue de la persona o de un grupo. Si ese
repliegue se prolonga mucho tiempo, la persona o el grupo continúan viviendo en
un duelo permanente. Los psicólogos hablan de la "elaboración del
duelo", es decir, del tiempo necesario que se necesita para recuperarse de
un dolor profundo.
* "Llegó Jesús
y, puesto en medio, les dijo... "Faltaban Judas y Tomás (cf.Jn.20:24). El misterio de Pascua está
obrando. El Resucitado trasciende las barreras naturales y físicas de nuestra
condición humana y de nuestro mundo. El evangelista no explica cómo pudo entrar
Jesús en el recinto cerrado. Lo importante es que se hace presente entre los
suyos. Se trata de la nueva presencia de Jesús, que hace posible un cambio
real para los discípulos. Estos habían seguido a Jesús; Jesús no abandona a
los suyos, aunque la tragedia más extrema y la separación más dolorosa sacudan
los cimientos de la existencia. Llega Jesús para hablar a los suyos y
encomendarles una misión. Y misión es apertura y comunicación.
* "¡Paz a
vosotros!".
Antes había dicho: "La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como
el mundo la da. No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo." (Jn.14:27).
Jesús da la paz porque es la paz. Pero no es la pax romana del Imperio que somete
por las armas, los soldados y el sometimiento de varios millones de esclavos
(se calcula que había unos 3 millones de esclavos sólo en Italia en el tiempo
del emperador Octavio Augusto). Jesús es la paz atravesada por la cruz,
y en ella está su gloria.
El saludo de paz del
Resucitado es, a la vez, la confirmación a los discípulos de que la misión de
Jesús continúa. Ahora será llevada adelante por sus seguidores, mientras tanto
salgan de su encierro. No les promete un futuro color de rosa, pues ya les
había advertido: "Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz.
En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo." (Jn.16:33).
Jesús ha vencido al mundo del Imperio Romano, al mundo de los soberbios, al
mundo de los que buscan preservar a toda costa sus puestos de poder y
privilegio. La resurrección del Señor hace de Jesús el Emperador de los
creyentes, reinando mediante la paz de Dios entre aquellos que, para el mundo, pueden
representar lo despreciable y secundario. La cruz que pueda imponer el mundo
puede ser superada: Jesús lo demostró.
* Las manos y el
costado de Jesús resucitado
operan como muestra y prueba de su presencia. El verbo griego déiknumi
significa "mostrar, señalar; revelar; explicar; probar". Un momento
similar a éste será crucial para Tomás ocho días después (Jn.20:26ss). Jesús
resucitado no es un fantasma o un alma errante: es cuerpo y espíritu, es El
mismo (cf. la teología paulina de la resurrección de los cuerpos en I Cor.15).
* "¡Paz a
vosotros!: como me envió el Padre, así también yo os envío". (Jn.20:21b-c). Jesús repite el saludo y
exhorta a la misión. El Padre envió a Jesús al mundo; ahora Jesús envía a sus
discípulos al mundo (cf.3:17; 17:8,18,21,23,25). El verbo apostelo aparece
28 veces en el Evangelio de Juan, y 131 veces en todo el Nuevo Testamento. Los
discípulos no pertenecen al mundo pero son enviados a él. El mundo debe creer,
y para ello se impone como una señal fundamental la unidad de los cristianos.
Jesús vino al mundo para salvarlo, no para juzgarlo irremediablemente
por sus pecados. Jesús ha sido la proyección del Padre en este mundo, en la
piel de un ser humano: "Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre
nosotros lleno de gracia y de verdad; y vimos su gloria, gloria como del
Unigénito del Padre." (Jn.1:14). El mensaje de Dios se encarnó entre
nosotros, se hizo persona humana, hasta el punto de experimentar la crucifixión.
En ese sentido, la
encarnación de Dios en Jesús es el símbolo y referencia fundamental de la encarnación
de los discípulos en su acción misionera en el mundo. Dios se ha identificado
con la humanidad y se ha aproximado a ella hasta convivir como una persona de
nosotros. En eso consistió precisamente su gloria y en esa condición
residió la verdad de vida de Jesús. Dios ama a este mundo. Y el
Resucitado no saca a los suyos de la sociedad, pues la misión se va a
desarrollar en el ámbito mismo donde un imperio político, económico y social
gobierna los destinos y las cruces de millones de personas.
* "Y al decir
esto, sopló y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo...»" (Jn.20:22). Cuando Jesús muere en la cruz, dice
el evangelista Juan que Jesús expresó: "¡Consumado es! [o: "todo
está cumplido"]. E inclinando la cabeza, entregó el espíritu." (Jn.20:30).
Ahora, como Resucitado, Jesús entrega su Espíritu a los suyos, ya no como señal
de muerte sino como señal de vida nueva. Proyecta en ellos la misión que El
había empezado. Sin el Espíritu de Cristo, la misión de Cristo a cargo de sus
seguidores se vuelve imposible de cumplir. Después de la partida del Señor será
el Espíritu su sustituto (cf.14:16s; 16:7). El Espíritu es el Consolador o
Abogado defensor (Jn.14:16s,26; 15:26; 16:7) en un mundo amenazante,
problemático, difícil para las primeras generaciones de cristianos.
El que crea en Jesús
será como un manantial de agua viva (cf.Jn.7:37ss), ya que su Espíritu viene
con la fe. Hay una misión del Espíritu: a) referida a Jesús, "El
os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que yo os he dicho" (14:26b);
"El me glorificará, porque tomará de lo mío y os lo haré saber." (16:14).-
b) Referida a los discípulos y a los creyentes en general: "El dará
testimonio acerca de mí. Y vosotros daréis testimonio también, porque habéis
estado conmigo desde el principio" (15:26c-27).- c) En relación con el
mundo: "Y cuando El venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y
de juicio" (16:8).
* "A quienes
perdonéis los pecados, les serán perdonados, y a quienes se los retengáis, les
serán retenidos." (20:23).
Así de tremendos son el desafío y la responsabilidad de la comunidad cristiana.
La comunicación de esta exhortación o imperativo tendrá su proyección en la
constitución de la iglesia institucional. En Mt.16:19, las palabras de Jesús
están dirigidas a Pedro de manera personal; en Mt.18:18ss, a la comunidad de
los discípulos, así como en Jn.20:22.
La vida necesita constantemente del juicio y del
perdón, de la crítica y la reconciliación. El Espíritu de Cristo deja al descubierto
los pecados que se oponen al movimiento de Cristo, las injusticias del mundo y
el juicio del "Príncipe de este mundo" (cf.Jn.16:8ss). Los seguidores
de Jesús deben discernir con precisión las diferencias entre el mundo del
pecado y el mundo de Cristo. El perdón o el juicio que se ofrecen no serán el
fruto de una decisión individual sino la consecuencia de una resolución madura
y tomada en comunidad. Por eso mismo Jesús ora en favor de la unidad de los
suyos y que el amor del Padre permanezca en ellos (Jn.17). Si hay
amor y unidad, las decisiones importantes a tomar serán resueltas con mayor
facilidad y en un clima de fraternidad.
Las presentes
palabras de Jesús resucitado ya presuponen la existencia de conflictos reales
en el cristianismo primitivo, tanto interiormente como en relación con la vida
"exterior".
Asimismo, la
exhortación tan delicada e importante que El dirige, supone la prolongación de
la historia del mundo y la misión continuada de la iglesia en la sociedad.
Álvaro Michelin
Salomon
(Tomado de: A.
Michelin Salomon, con la colaboración de Wilma Rommel: “Estudios Bíblicos para
caminar con el Pueblo de Dios – Nuevo Testamento”, C. Valdense, Uruguay, Ed. de
la Iglesia Evangélica Valdense del Río de la Plata, 2004, pp.125-128).
“El amor es la mayor fuerza terapéutica que existe; es la mayor contribución de la iglesia a la salud mental de la Humanidad, junto al perdón de Dios y el nuestro”
J. León.