lunes, 28 de abril de 2014

"Yo les he dado mi palabra...mi palabra es verdad"



Juan 17:13-21
Según Juan 17, Jesús ora una larga oración antes de su arresto. Esta oración es como un testamento espiritual que concierne tanto a Jesús mismo como a sus discípulos y a la iglesia naciente. Compartimos la reflexión sobre un fragmento de esta oración que fue llamada oración sacerdotal, o de intercesión de Jesús por sus discípulos.
v.13 – «Pero ahora voy a Ti» (versión Reina-Valera Contemporánea): Jesús vuelve a Dios después de su ministerio en este mundo. Sabe que le espera el final terrenal pero un nuevo comienzo junto a Dios.
«…y hablo de esto en el mundo, para que mi gozo se cumpla en ellos mismos»: Jesús se va de la presencia de sus discípulos pero ellos deben vivir en el gozo de la comunión con su Maestro. El gozo de Jesús por haber cumplido su misión debe manifestarse también en los suyos, quienes quedan viviendo en este mundo. La íntima comunión entre el Buen Pastor y sus ovejas debe continuar más allá de la cruz.
v.14 – «Yo les he dado tu Palabra»: la Palabra de Dios fue comunicada por Jesús en su ministerio. Ahora le toca el turno a sus discípulos para comunicar la Palabra de Dios desde la fe en Jesús. La Palabra de Dios se volvió en Jesús persona humana e historia de vida comunitaria. Son sus discípulos quienes deben seguir compartiendo la Palabra, los testimonios y las historias de vida en comunidad.
«…y el mundo los aborreció porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo»: vendrán dificultades para la iglesia naciente, así como las tuvo Jesús. No todos siguen a Jesús ni confían en su predicación ni se identifican con su misericordia y solidaridad.  Y la iglesia pasa a ser un movimiento de minorías, donde son necesarios: fuerza, convicción y compromiso personal.
v.15 – «No ruego que los quites del mundo, sino que los protejas del mal»: Jesús no le pide a Dios que su iglesia sea una orden religiosa apartada del mundo, como una sociedad ideal que no se toque con «este mundo». Le pide para ellos protección, ayuda, cuidado, porque el testimonio cristiano puede volverse muy difícil de sostener. La iglesia en el mundo, no fuera del mundo, pero tampoco una iglesia que sea igual al  mundo, sino que presente un mensaje y una experiencia de vida alternativos.
v.16 – «Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo»: Jesús reafirma la condición diferente del ser cristiano, no para que sus discípulos se vanaglorien de ser superiores a los demás, sino para que dejen  una huella en la sociedad: la huella del amor de Jesús. Sin el amor solidario, compro-metido y valiente, no está el Espíritu de Jesús, por lo tanto la iglesia pasa a ser una institución humana más.
v.17 – «Santifícalos en tu Verdad»: la Verdad de Dios se mostró en Jesús. La santificación es el acto de separar, apartar para una misión especial, divina, que sale de la rutina. Jesús ora por la santificación de sus discípulos en la Verdad: es decir, que los suyos sigan comprometidos en su misión. Pues esta misión asumida por Jesús supera su vida terrenal y se proyecta en la misión de la iglesia.
«Tu Palabra es Verdad»: en la Palabra de Dios comunicada por Jesús, y convertida en persona humana en Jesús, está la Verdad del evangelio. Se trata de una verdad para creer y practicar, para confiar y celebrar, para recibir con gozo y transmitir con gozo. Es la verdad para caminar y vivir, atravesando toda cruz, aún la más dura e incomprensible. Es la verdad que se expresa en la oración y la predicación, en el testimonio personal y comunitario, en la forma de vivir y de esperar en Dios.
v.18 – «Tal como Tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo»: Dios envió a Jesús al mundo para darle la misión de compartir su Palabra. Del mismo modo Jesús envía a sus discípulos al mundo para que compartan la Palabra de Dios. Este mensaje tiene a Jesús como centro y a la iglesia como comunidad reunida que celebra, anuncia, sirve, consuela y comparte la esperanza. La iglesia sólo cumplirá su misión si se apropia de la misión de Jesús como el criterio supremo de su existencia.
v.19 – «Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la Verdad»: Jesús, al considerar el grupo de sus seguidores/as, tanto de los doce discípulos directos como de todas las personas que lo han seguido y confiado en Él, manifiesta a Dios su gratificación por la labor cumplida. Ahora les toca a sus seguidores/as la continuación de la misión por Jesús empezada. Si la vida de Jesús estuvo acotada en el tiempo y confinada particularmente a un país, ahora su iglesia deberá pasar de generación en generación y avanzar en muchos países.
v.20 – «Pero no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en Mí por la palabra de ellos»: Jesús es consciente de que, después de su ministerio, la misión de la iglesia trascenderá al pueblo de Israel y su tierra.
Jesús ora por quienes no conoce, pero que lo conocerán a Él por la fe, no por el conocimiento cara a cara.  A la iglesia se irán sumando innumerables personas porque muchos están y estarán inquietos por encontrar el Camino, la Verdad y la Vida.
v.21 – «Para que todos sean uno: como Tú, oh Padre, en Mí, y yo en Ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que Tú me enviaste»: la unidad en Cristo es una oración, una exhortación y una esperanza. La iglesia está muy dividida, lo cual no es para alegrarse; pero tampoco se debe pensar que la podremos unir por decreto.  Oración, exhortación y esperanza: acciones y actitudes que tienen que marcar nuestra existencia. Orando por la unidad de los cristianos/as en Cristo; exhortando o llamando para compartir lo que nos une; y esperando con humildad y alegría que el Señor corrija nuestros errores.
Álvaro Michelin Salomon
 


viernes, 25 de abril de 2014

DIA MUNDIAL DE ORACION

El 7 de marzo en Egipto se realizó el culto-inicio del día Mundial de Oración. Bajo el lema «Manantiales en el desierto» mujeres del DMO de ese país dieron testimonio de la importancia del agua como fuente de vida diaria, a la vez que «un pozo de agua» es un lugar de encuentro comunitario. Compartimos testimonios ofrecidos en el culto, que nos remite a situaciones poco conocidas para nosotros que disfrutamos (y muchas veces derrochamos) algo que para otros es elemental: el agua!!

1) «Yo vivo en un pueblo chico en el Egipto de hoy, y me las arreglo con lo poco que tengo.  En el pueblo las mujeres hacemos muchas cosas para alimentar a la familia. Trabajamos la tierra, alimentamos a los animales, hacemos queso y yogur y cocinamos los grandes panes chatos. Hace poco que aprendí a leer. Mis vecinas van casi todas a la mezquita, los viernes. En mi pueblo no hay iglesia, por eso, los domingos, voy a la iglesia en la ciudad, con mi familia. Damos gracias a Dios y le alabamos por el Nilo y sus lagos. Este río que viene de África Central riega nuestros campos, calma nuestra sed y nos provee de cantidades de pescado que podemos comer. Es el segundo más largo de los ríos del mundo y nos une con pueblos de otros países y diferentes culturas. Y sus aguas que corren simbolizan el agua de vida que Jesús nos ofrece a todos».
 
2) «El agua es esencial para la vida. Una fuente o un manantial son la reserva de agua que se necesita para vivir en el desierto. Aprendí que en hebreo la palabra para decir «fuente» es igual a la palabra para decir «ver». Me imagino que yo estoy sentada al lado del pozo, mirando hacia abajo. El agua es como un espejo. Me veo a mí misma, pero además, mirando más de cerca, veo todo el mundo, veo que se forman corrientes de agua en el desierto. Veo a Jesús que ofrece su agua viva y veo a los jóvenes y las mujeres que van y ofrecen esta agua viva a todas las personas que encuentran. Puedo ver que Dios transforma los desiertos de desolación, desesperación y destrucción en corrientes de agua de amor y de vida.»