lunes, 18 de mayo de 2015

¡Manténganse unidos!

 tulipanes 
Lee en tu Biblia: San Juan 15:1-8

Es muy común que atravesemos por una situación de ruptura y separación. Con demasiada frecuencia afloran problemas en la pareja, en la familia, conflictos en el trabajo y, por qué no decirlo, también en la comunidad de fe. Es un problema tan antiguo que ya en el relato bíblico de Adán y Eva se muestra como tratamos de culpar al otro por causa de nuestras propias acciones. Una palabra inoportuna, un desaire, una acción ofensiva crea una distancia que después se hace muy difícil de remediar.
No hay soluciones mágicas, ni fáciles… Jesús nos exhorta a mantenernos unidos… ¡pero no a cualquier precio! Un matrimonio que sobrevive por las apariencias; relaciones interpersonales que se mantienen por hipocresía; soportar un trabajo porque se lo recibió por herencia familiar no puede ser aprobado por Dios.
Jesús nos exhorta a mantenernos unidos a Dios a través suyo no por obediencia ciega o sometimiento, sino por amor. Permanecer unido a Dios, no por tradición, miedo, sino por el amor “que es el perfecto lazo de unión” como dice Pablo. Todas nuestras relaciones interpersonales deben basarse en el amor. Solo así podremos evitar las desagradables y empobrecedoras experiencias de la división y alejamiento de los demás. Y, en las situaciones inevitables, el amor nos permitirá intentar la reconciliación a través del pedido o del ofrecimiento del perdón.
¡Oremos a nuestro Dios para que nos permita permanecer unido a él y a nuestros hermanos por medio del amor!
Darío Michelin Salomon, Pastor.

miércoles, 13 de mayo de 2015

FIESTAS DE LA COSECHA


En las comunidades de la Iglesia Evangélica Valdense de Argentina y Uruguay se celebra anualmente, en el ámbito campesino, la Fiesta de la Cosecha.  Antes de reflexionar sobre las raíces y el significado de la misma, corresponde precisar algunos elementos comprendidos en la palabra «fiesta». 

I. Fiesta. Para las culturas antiguas, la fiesta era un acto de culto colectivo que se celebraba anualmente con la sucesión de las estaciones.

Frecuentemente esas fiestas tenían relación con los misterios de la fecundidad de la naturaleza, siendo ésta el sujeto del milagro en sí. Al incorporar en su culto ese tipo de fiesta, Israel le da un nuevo sentido: son conmemoraciones de las grandes intervenciones y acciones de Dios en su creación. Desde los tiempos antiguos, las fiestas tenían para el culto de Israel y para la vida cotidiana de sus miembros, una gran importancia.

Originalmente, Israel celebraba tres grandes fiestas (Éxodo 23: 14-17). Se les llamaba «fiestas de peregrinación» porque se caracterizaban por una gran afluencia de peregrinos en marcha hacia el templo de Jerusalén. Las tres grandes celebraciones anuales eran: La fiesta de Pascua en conmemoración de la liberación de la esclavitud de Egipto; la fiesta de las siete semanas más un día (Pentecostés), cincuenta días después de Pascua, originalmente fiesta agrícola de reconocimiento por la cosecha de los primeros frutos de la tierra; la fiesta de las enramadas, fiesta de la cosecha de «fin de año» con la recolección de «todo lo sembrado.» Aunque resulte obvio el hecho de que si hay fiesta hay alegría, la Biblia subraya ese sentido de la alegría (Deuteronomio 16: 14).

Una alegría delante de Dios, el Creador y Sustentador del mundo y una alegría compartida con la familia, la comunidad de fe y la inclusión de los extranjeros.

Israel interpretó el sentido de las fiestas como celebraciones históricas, pero manteniendo la dimensión agrícola, como aparece en las fiestas de la cosecha. Dios es celebrado por ser el autor de los dones de la tierra y sus frutos.

II. Las fiestas de la cosecha 2015. Por ser clave en este tema, transcribimos el texto bíblico de Éxodo 23: 16: «Celebra también la fiesta de la cosecha de los primeros frutos de lo que sembraste en el campo, lo mismo que la fiesta de la cosecha de fin de año, cuando coseches todo lo que hayas sembrado.»

Aunque no sea posible establecer una relación directa entre las celebraciones de Israel descriptas en el Antiguo Testamento y las actuales fiestas en las comunidades valdenses rio-platenses, son evidentes las similitudes entre ambas. Citamos algunos elementos afines.

1. La presentación de los frutos del campo (cereales, animales, hortalizas, fruta, etc.) como ofrenda agradecida a Dios el Creador y sustentador de la naturaleza que hace posible la producción de abundantes frutos de la tierra.

2. La fiesta de la cosecha no es una celebración individualista, sino que comprende a la familia, a la comunidad de fe y a los extranjeros.

3. Con las ofrendas en la fiesta de la cosecha la comunidad vive la alegría, porque hay mayor dicha en el dar que en recibir.

4. Las ofrendas son una confesión de fe con la que se reconoce la bendición de Dios en la vida de cada uno de sus hijos y bendición en cada fruto de la tierra.

5. En la línea de las prácticas de las comunidades cristianas del Nuevo Testamento, las ofrendas de los miembros serán destinadas al sostén de la organización eclesiástica y fundamentalmente, en una fraternidad entre las congre-gaciones de distintas regiones, la ayuda será destinada a los más necesitados


III. Fiesta de la gratitud. Tanto originalmente como en la actualidad, el sentido de la fiesta de la cosecha es apreciado y ampliamente difundido en las comunidades campesinas. Pero, ¿qué pasa con las comunidades valdenses urbanas de Uruguay y Argentina? La respuesta nos conducirá luego hacia lo esencial del tema. Sin modificar el sentido original de la celebración, pasará a llamarse «Fiesta de la gratitud.» Los productos del campo serán sustituidos por las artesanías, los comestibles, la ropa, etc. Persiste el mismo espíritu de alegría, la alegría en el compartir fortaleciendo el sentido de la fraternidad, de la hermandad cristiana.

Llegamos así a lo esencial anunciado antes, esto es: la fe en Dios Padre Creador, Hijo Salvador y Espíritu Santo sustentador, constituye el fundamento de la vida cristiana que se expresará con alegría y sobre todo: con Gratitud.

El reconocimiento agradecido por el amor que Dios dispensa a la tierra y a su mundo es la fuente de una genuina alegría, porque para los corazones agradecidos no caben las penas y las lamentaciones.

Las fiestas de la gratitud, tanto para las comunidades campesinas como para las urbanas tienen así, un común denominador que es: la confesión de fe en Dios, el reconocimiento de su amor y las respuestas agradecidas concretadas en las ofrendas.

 «Y todo lo que hagan o digan, háganlo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios el Padre por medio de él.» (Colosenses 3: 17)

Delmo Rostan