jueves, 28 de agosto de 2008

Palabras malas y plumas de ave

Había una vez una mujer que tenía una costumbre muy mala y desagradable. Hablaba mal de toda la gente.
Una vez se dio cuenta que una mujer sobre la cual ella había comentado cosas desagradables, era realmente una persona muy buena y agradable. Así que ella lamentó mucho haber hablado mal de su vecina. Quería retirar de alguna manera sus palabras dañinas y trabar amistad con esta mujer tan buena, y con este fin fue a ver al Rabí de la ciudad y le contó su historia.
El Rabí, que era una persona muy sabia y muy conocedor de las leyes, le dio el siguiente consejo:
«Anda al mercado y compra un pollo. En el camino de regreso a tu casa, saca las plumas del pollo y las dejas caer en el camino».
La mujer fue al mercado e hizo todo lo que se le dijo. Cuando regresó a la oficina del Rabí, le dijo: «Aquí está el ave sin pluma. Hice todo lo que me dijiste.»
El Rabí le contestó:
«Esta era sólo la mitad de tu tarea. Ahora regresa al mismo camino y recoge todas las plumas que tiraste.»
La mujer fue a buscar por todos lados, pero no pudo encontrar sino tan sólo dos plumas. Volvió a la oficina del Rabí y le dijo: - «Son éstas las únicas plumas que pude encontrar, y nada más».
«Bueno, eso sería una buena lección para ti» - le dijo el Rabí. «De la misma manera que a las plumas se las llevó el viento y no se pueden encontrar nunca más, lo mismo pasa con las malas palabras que las lleva el viento para siempre, y nunca más puedes recuperarlas.»


Que Dios nos ayude a hablar verdad, paz, afectos, solidaridad.
Que Su palabra sea la lámpara que ilumine el andar cotidiano. Amén.

Claudia Florentín