lunes, 29 de marzo de 2010

Trovadores y valdenses

En el despertar del mediodía francés aparecieron nuevos doctos en el arte de la recitación, la música y la poesía. Se les dio el nombre de trovadores. Escribían refinados poemas en lengua romance o también llamada lengua de oc. Si bien son reconocidos por sus cantares de gesta y de amor cortes, sus canciones no se limitaban a solo estas cuestiones sino también a asuntos sociales y religiosos de al época. No es coincidencia que la zona de influencia cultural de los mismos fuera la misma que la caminatas de dos en dos de los barbas valdenses. La lengua occitana, perteneciente a las lenguas provenzales, se hablaba en el sur de Francia en la zona delimitada al sur del río Loira y por las regiones limítrofes de España e Italia. A la palabra trovar se le a dado varios significados como ser: componer, inventar, encontrar o jugar con las palabras.

La mujer.

Unas de las características del movimientos valdense y cátaro fue la igualdad entre el hombre y la mujer. Como ya sabemos las mujeres valdenses predicaban desde los inicios del movimiento y tuvieron un rol importante en la educación religiosa familiar durante las épocas de persecuciones.
El pensamiento medieval sobre la mujer estaba muy influido por la iglesia, la cual responsabilizaba a la mujer de la caída del hombre en el pecado y su expulsión del paraíso. La legislación eclesiástica permitía que se pegara y repudiara a las mujeres. Eran consideradas en inferioridad al hombre. Pero la llegada de los trovadores, influenciados por las nuevas corrientes religiosas, sembraron una nueva visión de la mujer en la sociedad medieval. Mientras que los trovadores del norte de Francia se caracterizaron por sus cantares de gesta o heroicos, los trovadores occitanos desarrollaron los nuevos valores del amor verdadero (verai’amors) y del buen amor (fin’amors). Estas dos nuevas vertientes, lejos de ser artes banales o lujuriosas, poseían complejas reglas de comportamiento y valorización de la mujer, la cual era considerada más bella en función de su generosidad hacia el prójimo y su humildad. En contraste con el declive de la castidad de los jerarcas eclesiásticos, el amor cortes, se baso en la castidad. Por lo menos en teoría, el amor del trovador debía permanecer casto. Es muy tentador vincular esto con el relato escuchado por Pedro Valdo en los días de su conversión. Donde la historia cuenta como Pedro, escuchaba de un juglar el cantar de la historia de San Alejo quien el mismo día de su casamiento, hizo voto de pobreza y se alejo en peregrinación a Palestina.

La fe.
En el siglo XII, mientras el clero afirmaba representar a Cristo, sus acciones, avaricia, corrupción y ansias de poder estaban muy lejos de ser buenas virtudes cristianas. Muchos hombres comenzaron a preguntarse que tan diferente seria la iglesia antes de Constantino, las comunidades cristianas primitivas y una iglesia sin papa ni obispos feudales y doctrinas paganas utilizadas para la acumulación de poder.
Los reyes del Languedoc gobernaban una tierra de tolerancia, permitiendo a la población la libertad religiosa. Valdo había traducido la Biblia al lenguaje vulgar y los cátaros habían establecido edificaciones religiosas. Los trovadores componían canciones de condena al clero y sus poesías ridiculizaban el fuego del infierno, las reliquias religiosas, la confesión y el agua vendita.

El barba. Trovador y mercader ambulante de Dios.

Si bien se suele vincular a los valdenses con los valles piamonteses, hay que comprender que los valdenses se vieron obligados a vivir en ellos debido a la protección natural que estos le brindaban. Pero el movimiento valdense en el siglo XII se expandía por el sur de Francia hasta zonas de España como ser Aragón y norte de Italia. El cuidado espiritual de los fieles estaba a cargo de laicos preparados llamados barbas. Estos emprendían viajes de dos en dos, y para no ser descubiertos se movían como mercaderes ambulantes. Así, el barba, vestido como comerciante, llegaba a todos lugares inclusive a los castillos de los señores más poderosos. Comenzaba su labor ofreciendo los artículos más preciosos a las nobles damas y artículos más censillos al personal de servicio. Al terminar las transacciones, como un juglar decía: “Poseo joyas aun mas preciosas pero temo que me traicionéis”, y con vos de misterio.” Tengo una perla luminosísima cuya excelsa virtud permite a cada hombre llegar a conocer a Dios. Poseo otra tan esplendente, que enciende el amor de Dios en cada uno que la posee…” . De allí en más comenzaba a recitar trozos del Evangelio.

Los barbas en España
Los barbas valdenses recorrieron las tierras de Aragón, distribuyendo las santas escrituras en lengua popular, trazando emotivas hazañas de astucia, heroísmo y sacrificio. Un poeta anónimo narra así, el actuar del barba con una noble dama.



¡Mirad mi bella y noble dama,
estas cadenas de oro, estos joyeles preciosos!
¿Veis estas perlas cuya
llama borrar podría el brillo de vuestros ojos?
Mirad aún esta sedería,
que placer daría a más de un soberano.
Puesto que a vos un feliz hado me envía,
Comprad, pues, al pobre peregrino.
La noble dama de juveniles anhelos,
Toma las joyas, las deja, las toma…
Las prende en sus cabellos de ébano,
Y al verse hermosa dice tan luego:
- ¿Cuánto quieres, anciano?
De mi paje lo recibirás presto.
Y piensa en mí, si tu peregrinaje
Cerca de esta mansión te hace pasar.
Pero el extranjero con voz austera
Dice: Hijita, me queda un tesoro,
Más precioso que los bienes de la tierra,
Más brillante que las perlas y el oro.
Palidecen con los rayos con que brilla,
Los diamantes que de los reyes son deseo.
¡Cuán hermosos días lucirán para vos, mi niña,
si tenéis la perla de gran precio!
- Mostrádmela, anciano, os lo ruego.
¿No os la puedo también mercar?
El extranjero, de bajo su burda capa,
Un raído y viejo libro saca
Y bien, dice, vale más que un reinado.
Le llamamos Palabra de Dios.
Yo no vendo tal tesoro, lo regalo.
Es vuestro. ¡Que el cielo os ayude! Adiós.
Él se aleja. Pronto la noble dama
Lee y relee el libro del valdense,
La Verdad penetra en su alma,
Y del Salvador el llamado entiende.
Después, una mañana,
Lejos de los señoriales castillos,
Lejos de los placeres que al mundo afanan,
La han visto por los valles altos,
Donde los valdenses a Cristo alaban.