miércoles, 16 de diciembre de 2015

El Cedro de Navidad
 
Cecilia buscaba un pinito para convertirlo en árbol de navidad. Finalmente lo encontró en un vivero: era un cedro. El último de todos los que allí había. No lo quería llevar porque su tallo no era recto sino que estaba torcido. Pero a Cecilia le gustó tanto que decidió llevarlo. Lo compró con pesitos y monedas que había ahorrado durante meses, y ya en su casa lo vistió con cintas, bolsas de vidrio, muñecos de trapo, globos de papel… Fue la delicia de sus Navidades durante varios años. Cecilia y el árbol crecían juntos. Un día la lata donde estaba el cendro resultó chica. Con ayuda de su papá sacaron al árbol de allí y lo plantaron en la tierra.
Entonces tomó vigor, enderezó su tronco, estiró sus ramas; ambos, Cecilia y el cedro, se convirtieron en adultos; poco tiempo después Cecilia se casó y su árbol era el más alto del barrio. Pasaron muchos años. Una noche el viento sopló tan fuerte que casi derriba el cedro. Había quedado muy inclinado haciendo peligrar a quienes se acercaban. Cecilia dijo: "hay que talarlo"; y se puso triste pensando en los tantos años que había convivido con su cedro.

Su esposo, que era carpintero, con sus manos llenas de fuerza y de amor transformó el cedro en una cama. La cama del hijo que Dios les había dado. Y así aquel cedro que alegró y adornó tantas navidades, se transformó en cama donde descansar. El cedro es símbolo de vida, de permanente color verde, como el permanente amor de Dios que nos da esperanzas.
 
 
"Pero yo estoy de Como olivo verde en la casa de Dios;
En la misericordia de Dios Confío eternamente y para siempre"
Salmo 52:8
Extraida de tarjeta de Navidad de Pastoral escolar. - Iglesia Luterana 2015.