jueves, 12 de febrero de 2009



Los nuevos discursos religiosos en la era Obama
Rolando Pérez para ALC

martes, 10 de febrero de 2009

El triunfo de Barack H. Obama en las últimas elecciones presidenciales en los Estados Unidos ha generado una serie de cambios en la esfera pública no solo en el contexto americano sino en varios contextos alrededor del mundo. Aquí señalo algunos elementos que se puede observar respecto a las nuevas configuraciones y discursos en el campo religioso en el nuevo contexto político americano.
1) Un nuevo discurso pastoral en la esfera pública. Es interesante observar los nuevos discursos que la emergencia de nuevos actores y empoderamientos religiosos trae consigo la era Obama. La propia ceremonia de inauguración o transición de mando ha incorporado una variedad interesante de símbolos, actores y discursos religiosos nuevos. Pero, un hecho particularmente significativo, a mi modo de ver, a sido escuchar un discurso mucho más profético en el culto interdenominacional que históricamente se celebra al siguiente día de la elección del Presidente en este país. En aquel memorable sermón, la reverendo Sharon Atkins, de la iglesia Los Discípulos de Cristo, ha sido no solo clara en diagnosticar aquel escenario que a muchos cuesta ver, signada por la injusticia, la intolerancia, la exclusión, sino también en demandar al nuevo presidente sobre la necesidad de conectar su administración con el llamado a construir una sociedad de libertad y justicia para todos.
Este mensaje tan directo y claro, hablando en términos proféticos, se distancia enormemente de aquellos discursos pastorales que en ceremonias públicas y políticas de este tipo no hacen sino “bendecir” y legitimar “espiritualmente” incluso aquellas políticas que atentan contra los valores cristianos. Lo que ha hecho la pastora Atkins, quien demás se constituyó en la primera mujer en asumir esta histórica responsabilidad, es recordarle al presidente Obama que el intento de sostener la política sobre la base de los valores bíblicos implica reconocer que estamos hablando de un Dios que no se regocija con la injusticia, y que ninguna motivación política puede justificar la violencia y el atropello a los derechos humanos. Este fue también un claro mensaje dirigido a aquellos liderazgos evangélicos que en el pasado han confundido la acción pastoral pública con una forma de “bendecir” el estatus quo y respaldar decisiones políticas que en nombre supuestas defensas contra los “enemigos” se han violado todos los derechos. Este nuevo discurso es sumamente importante, porque este modelo fundamentalista se ha reproducido en muchos de nuestros países en donde la incursión de evangélicos a la política, por ejemplo, se ha sostenido sobre la base de la conquista del poder a cualquier costo.
Siendo realistas, probablemente asistamos a una época en donde esta administración tendrá también sus propias fisuras éticas y sus re-acomodos políticos, pero es ya interesante observar estos nuevos discursos que alimentan otra manera de encarar la fe y la política, otra forma de pensar el rol de las iglesias en la esfera pública, otra manera de establecer la relación con el poder desde el campo religioso.
2) El “evangelio social” en la agenda de los movimientos religiosos. La propia campaña de Obama colocó en la agenda política temas no necesariamente nuevos pero débilmente abordados para ciertos sectores de la sociedad americana. La campana “demócrata” hizo que mucha gente empezara a hablar cada vez menos en voz baja sobre la necesidad de repensar el sistema y soñar por una sociedad más inclusiva. Pero, es interesante observar como estos temas ha sido incorporados hoy en la agenda de aquellos sectores religiosos que antes se resistían a abordarlos o no podían debatirlas abiertamente por las condiciones que la cultura política y religiosa o el propio sistema político generaba. Sectores, a veces mal llamados conservadores, empiezan hoy a pensar que la acción social no puede reducirse solo a la lógica de los proyectos dirigidos a atender asistencialmente a los sectores vulnerables, sino que debería incluir también acciones de incidencia política.
En el ámbito protestante, históricamente, este aspecto del discurso de la práctica diaconal ha estado circunscrito al sector de las iglesias históricas y ecuménicas, quienes por lo demás han seguido haciendo un valioso aporte en términos de desarrollar acciones proféticas para producir cambios a nivel estructural. En este nuevo contexto, sin embargo, aquellas organizaciones o iglesias evangélicas que se mueven o se movían en la esfera “conservadora”, han empezado a re-empoderarse públicamente, con declaraciones pastorales, campañas masivas referidas a temas como el de la lucha contra pobreza, el maltrato infantil o la contaminación ambiental. Solo un ejemplo al respecto: El caso de las iglesias y organizaciones que se movilizan alrededor de la campaña denominada “Desafío Miqueas”, cuyo referente importante es la muy conocida Alianza Evangélica Mundial, pero que además la integran ONGs evangélicas que están involucradas en proyectos sociales comunitarios. Precisamente, en el marco de la campaña del hoy presidente Barack Obama los lideres de este movimiento hicieron publica una carta pastoral en la convocan a todas las iglesias americanas a sumarse a una cruzada para demandar a la nueva administración estadounidense a tomar en cuenta los Desafíos del Milenio para el Desarrollo.
Probablemente, este es un sector con el que muchos podrían discrepar respecto a algunas de sus posiciones sobre temas que conciernen a la moral pública. Sin embargo, lo que es interesante observar aquí es la forma como un este nuevo escenario y clima político genera nuevos empoderamientos y re-empoderamientos religiosos en la esfera pública, legitima públicamente aquellos discursos ciudadanos que desde lo religioso se ha venido re-articulando en otras esferas, y al mismo tiempo plantea la posibilidad de que el debate entre las diversas maneras de entender el ‘evangelio social” discurra públicamente y sea incorporada no solo en la agenda mediática sino en la de los propios foros inter-religiosos. Pero, además, trae al debate un tema que siempre ha circulado entre los estudiosos americanos: la emergencia de la denominada “religión civil”, desde el que es posible observar las diversas formas de vincular lo sagrado, las espiritualidad con el lo público, lo político y la civilidad. El actual escenario plantea no solo nuevas configuraciones o ritualidades sagradas en la esfera pública sino también nuevas lógicas de intervención en aquellos espacios desde los que se procura el cambio social y la sostenibilidad de la democracia.
3) La pluralidad religiosa en el discurso ciudadano. El tema de la inclusión a nivel del campo religioso, generado alrededor del discurso inaugural de Obama, ha sido también simbólicamente significativo para muchas minorías religiosas en este país. Para muchos americanos, especialmente de tradición protestante, este se ha convertido en uno de los más grandes desafíos, porque una cosa es aceptar declarativamente que un valor como la tolerancia religiosa es uno de los aspectos centrales del denominado “sueño americano,” pero otra es aceptarla en la práctica, en la convivencia cotidiana con el diferente. En este sentido, el discurso que se genera alrededor de la elección de Obama es simbólicamente importante para muchos sectores religiosos, como los musulmanes, los hindúes y otros grupos emergentes que empiezan a sentir que pueden expresar libremente su fe y ser menos estigmatizados.
Es sintomático, por ejemplo, observar la emergencia reciente de un creciente esfuerzo de líderes juveniles musulmanes, quienes acaban de conformar un movimiento ciudadano denominado “Lideres musulmanes del mañana”. Esta emergencia pública les permite hoy crear un discurso distinto al que los medios de comunicación –conectados con los discursos políticos intolerantes –, especialmente después de los acontecimientos del 11 de Setiembre, han construido sobre ellos en este país. El tema de fondo aquí, es que más allá de nuestras discrepancias ideológicas, religiosas y políticas, una democracia, es decir una sociedad civilizada, no puede construirse sobre la base de la anulación del diferente y la exclusión del extranjero. Y este es un tema crucial no solo para la sociedad americana contemporánea, también lo es para países como los latinoamericanos en donde la minoría religiosa no-católica sigue luchando por conseguir que sus derechos sean respetados.
En suma, lo que este contexto produce es no solo la emergencia de nuevas lógicas en la administración del poder político, sino la emergencia de nuevos discursos y formas de pensar las espiritualidades y las ciudadanías religiosas en un escenario en donde los modelos económicos y políticos son confrontados aún con las enormes brechas sociales y marcadas exclusiones, con modernos fundamentalismos y estigmatizaciones del diferente, y con grandes resistencias a construir una sociedad en donde quepan todos y todas.