jueves, 7 de mayo de 2009

¿Quién Nos Separará del Amor de Cristo?



La mejor lección que un cristiano/a puede aprender es que nada ni nadie nos podrá separar del amor de Cristo.

Hubo un misionero que estuvo en la prisión frecuentemente. Él fue azotado brutalmente, expuesto a la muerte una y otra vez por la causa de Cristo. Él fue golpeado sin piedad con un látigo cinco veces. Fue tres veces flagelado con varas, y una vez apedreado, naufrago tres veces y estuvo una noche y un día en lo profundo del mar antes de llegar a la playa. Él estuvo en peligros de ríos, asaltantes, en peligro de los gentiles, y viajo en áreas peligrosas en la ciudad. Un día él dijo, “En trabajo arduo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez” (2 Corintios 11:23-29).

Este cristiano sublime también escribió, “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación? ¿Angustia? ¿Persecución? ¿Hambre? ¿Desnudez? ¿Peligros? ¿Espada?” (Romanos 8:35) En efecto él dice, “Nada de lo anterior o todos ellos junto podrán separarnos del amor de Cristo.”

¿Podrá cualquier cosa o alguien que haga que Dios acabe de amarnos? No en las experiencias o imaginaciones de Pablo.

William Barclay dice, “Pablo continua con el fervor de un poeta y la éctasis de un amante para hablar de cómo nada nos puede separar del amor de Dios en nuestro Señor Resucitado.”

El cristiano, la cristiana, anda por la vida asegurada por el cable fuerte del amor de Dios. Nada ni nadie nunca podrá ser capaz de separarnos del amor de Dios que está en Cristo Jesús nuestro Señor.

El término “el amor de Cristo” puede ser tomado tanto como nuestro amor para Cristo, o Su amor para nosotros, pero en este contexto es mejor que lo tomemos como el amor de Cristo para nosotros.

“Tribulación” se refiere a las aflicciones, pruebas, tristezas, problemas, opresiones, y situaciones difíciles presionándonos en cada día de nuestras vidas. La palabra latina de la cual tomamos “tribulación” es la “rastra de desgranamiento” que fue cubierta por debajo con franjas de metal y fue usado para separar las cabezas del grano de la vaina de hojuela.

La opresión de la vida nos presiona y fuertemente nos desgrana como raspas de granos. Pero el apóstol Pablo dice ninguna tribulación, no importa que tan grande, nos podrá separar del amor de Cristo (Juan 16:33).