miércoles, 15 de septiembre de 2010

¿Q U E Q U I E R E D E C I R “ B E N D E C I R ”?

Tomado y adaptado de “ Un diálogo con el Pastor Paolo Ricca”, tal como apareciera en el periódico “RIFORMA” del 15 de enero próximo pasado.

Para el autor, la “bendición” es un tema hermosísimo, el más bello entre los existentes, no solo en la Biblia sino también en la experiencia humana, por ser una luz que ilumina el mundo, una estrella en la noche, una gracia preparada para nosotros. Sin embargo, en el fondo, de ella se habla poco, tal vez por un sentido de pudor, aunque más probablemente porque olvidamos con facilidad este lado fundamental de la vida y de la fe.
En realidad, en la pregunta general del título, están involucradas tres subpreguntas, que son:
1) ¿ Qué cosa es la bendición del hombre por parte de Dios ?
2) ¿ Quién la puede pronunciar y tal vez conferir, y quién la puede recibir ?
por parte de Dios ?
Es un aspecto central de la revelación de Dios. En la Biblia existen por lo menos 260 versículos que hablan de bendición, sea por parte de Dios, sea por parte del hombre, desde la primera hasta la última página, en los más diversos contextos históricos y culturales, individuales y colectivos. Es cierto que la bendición (y maldición) se encuentra también en otras culturas y religiones antiguas, donde, como en la Biblia, se expresan corrientemente por medio de una palabra o de una fórmula, a menudo acompañada de un gesto, como por ejemplo, la imposición de las manos. Pero en la Biblia la bendición sobreabunda. Por esto no asombra que quienes conocen la Biblia piensen “saber qué cosa es una bendición”. Por lo tanto saben que la bendición no es sólo el nacimiento de un hijo largamente deseado y esperado, sino que lo es el nacimiento de cada niño, aunque sea inesperado e incluso indeseado. No es por casualidad que en la Biblia la primera bendición de Dios está directamente relacionada con la multiplicación: en primer lugar con la de los animales (Génesis 1:22) y luego con aquella humana ( Génesis 1:28). Para todos los seres vivientes la bendición de Dios es la promesa y el de una posteridad.
Y todos seguramente saben que la bendición no es solo la curación de una larga y grave
enfermedad, sino que los es también cada curación por más que lo sea de pequeños achaques, cada victoria de la vida, cada palpitación de vida. Pero no sólo la vida es bendición, lo es también la vida nueva, y todavía más la vida eterna (Salmo 133: 3). Prosperidad, felicidad, bienestar, protección, ayuda, salvación, fuerza y paz son bendiciones. Todo aquello que de bello, bueno, verdadero, justo, amable, santo , hay en la vida de una persona y en la historia del mundo: todo aquello que favorece, enriquece y hermosea la vida; todas las relaciones de amistad, amor, fraternidad, generosidad y solidaridad; todo lo que suscita alguna alegría – todo esto es signo y fruto de la bendición divina. Suma bendición es el perdón de nuestros pecados, el conocimiento de Dios, la historia de Jesús desde el nacimiento a la ascensión y el actual señorío en el cielo y sobre la tierra. En la carta del 28 de julio de 1944 Bonhoeffer habla, con su habitual profundidad, de la bendición, describiéndola como el puente que une a Dios con la felicidad humana, en una imagen del autor pero en base a su pensamiento. Pero también recuerda que ser bendecidos no significa estar exentos de la prueba y del sufrimiento. Job es bendecido, pero atraviesa todo el largo túnel del sufrimiento. Jesús es bendecido, pero termina en la cruz. Por lo tanto, en la Biblia hay una contraposición absoluta entre bendición y cruz, ni en el Antiguo ni en el Nuevo Testamento. La diferencia entre estos “está solo en el hecho que en el Antiguo Testamento la bendición encierra en sí también la cruz, mientras que en el Nuevo la cruz encierra en sí también la bendición”.
Por lo tanto, Dios es la fuente de cada bendición. Más aún, es El la bendición por excelencia. Y para comprender bien que cosa es la bendición obsérvese simplemente que bendecir significa literalmente “ decir bien”. En efecto, Dios “ dice bien” de nosotros cuando dice que somos justos a pesar de ser pecadores, perdonados a pesar de ser culpables, hijos a pesar de ser pródigos. Dios bendice, esto es, dice bien, porque piensa bien: “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperais” Jeremías 29:11). Dios dice aquello que piensa y hace aquello que dice. El bendice, esto es dice bien, porque piensa bien y hace bien. La bendición es la acción constante, la ocupación cotidianas de Dios, el “cantus firmus” del universo, y en el fondo, nuestra única esperanza.

¿Quién puede pronunciar y tal vez dar la bendición? ¿Y quién puede recibirla?

También aquí la Biblia nos es maestra: la bendición de Dios circula libremente en el interior de su pueblo en cierto modo se vuelve patrimonio común. Desde el tiempo de los patriarcas en adelante, las generaciones se subsiguen de bendición en bendición. También Jesús ha bendecido: los panes que se multiplican para saciar el hambre de la multitud (Marcos 6:41), los niños que a otros daban fastidio (Marcos 10:41) y los discípulos antes de la Ascensión: es significativo que el último gesto de Jesús sobre la tierra, que resume simbólicamente toda su obra, hay sido un gesto de bendición: “…bendiciéndolos se separó de ellos, y fue llevado arriba al cielo” (Lucas 24: 51). Pero la palabra bíblica más elocuente en respuesta a esta segunda pregunta que estamos tratando es esta: “ En él (esto es en el Rey Mesías preanunciado por el Salmista) los hombres de bendecirán recíprocamente” (Salmo 72: 17). La bendición de Dios no es más monopolio de algunos (por ejemplo de un clero o de una autoridad de cualquier tipo) sino que se convierte en una palabra de gracia a favor divino que los hombres y las mujeres, en el nombre de Dios, se intercambian recíprocamente. Por lo tanto, ¿Quién puede pronunciar la bendición? Cualquiera, en la medida que sepa lo que hace y crea en el Dios que bendice, el Dios de Israel y de Jesús. ¿ Quién puede dar la bendición? Ninguno, porque la bendición pertenece sólo a Dios, es él el único titular de cada bendición, comenzando por aquella “ urbi et orbi”. Nosotros podemos sólo invocar la bendición de Dios, no la podemos dar, si no es en su nombre, que es el único que puede y quiere efectivamente darla. Y esta bendición atraviesa los confines de la iglesia, porque Jesús dice a los discípulos: “ Bendecid a los que os maldicen” (Lucas 6: 28), y el apóstol Pablo dice de sí: “…nos maldicen, y bendecimos” (I Corintios 4: 12).
Esto es, la bendición es más fuerte que la maldición, el espíritu y la palabra de Jesús transforman la maldición en bendición.
De esta manera hemos ya respondido implícitamente a la última parte de la pregunta: “¿Quién puede recibir la bendición?” Como, cualquiera en el nombre de Dios, puede dar la bendición, también cualquiera puede recibirla, si tiene fe en el Dios que bendice. Y sería hermoso que hiciésemos mayor uso de la libertad cristiana de bendecir y no dejásemos la bendición circunscripta al ámbito cultural y litúrgico, sino que la insertáramos más frecuentemente en la trama de la vida cotidiana. Así sería muy hermoso si, en un momento particular, los padres y las madres bendijeran a sus hijos, siempre en momentos particulares, bendijeran a sus padres. Digo que sería hermoso tanto en el plano afectivo de los sentimientos humanos, como sobre el plano espiritual de las relaciones de fe.

¿ Qué cosa significa la frase “Yo bendigo al Señor” ?

La respuesta a esta pregunta es fácil. Bendecir al Señor significa “decir bien” de él, sea a él, sea a nuestro prójimo. Y “decir bien “ de él quiere decir manifestar, con las palabras y con la vida, los dos sentimientos constitutivos de nuestra relación con él: la gratitud y la alabanza. Así concluye el largo recorrido de la bendición divina que desciende, si, del cielo sobre la tierra, que desciende como vida, salvación y felicidad, pero que luego asciende de la tierra al cielo, como gratitud y como alabanza. Ciertamente, lo sabemos, no todo en la vida es bendición, porque también hay la desventura y la prueba. No todo es don, también está el robo: no todo es felicidad, también están las tribulaciones. Por ello, en la Biblia como en la vida, no hay sólo gratitud y alabanza, sino también gemidos y protestas. Como decía Bonhoeffer, bendición y cruz no se excluyen. Pero precisamente: la cruz no excluye la bendición, que aunque negada pero vencida, puede volver a Dios como gratitud y alabanza. Así podemos decir, a pesar de todo, y siempre teniendo presente la historia de Jesús: Dios bendice. Dios sea bendecido. Dios es bendición, y nos bendice para que nosotros, modestamente, nos volvamos, sobre esta tierra, una pequeña bendición para quien nos está al lado.