lunes, 2 de junio de 2014

VALDENSES EN NORTEAMERICA

por Mark McMeley, actualmente concurre a IERBA.

 
Imagínense una iglesia evangélica fundada por valdenses del Piamonte, por evangélicos de Suiza y de Francia, quienes, a pesar de encontrarse en un país donde se habla otro idioma, utiliza el francés, entendido por todos, como lenguaje de conversación e idioma de liturgia. El pastor Jean Pierre Michelin Salomon, oriundo de Villar Pellice en el Piamonte italiano, guía los cultos y se preocupa por el bienestar de sus feligreses. La iglesia es pequeña en tamaño pero llena de espíritu y comprometida con el estudio de la Biblia como camino a la salvación.

 
La iglesia de la que hablamos no es nuestra querida IERBA en Buenos Aires, sino una colectividad valdense-francesa-suiza en el centro del continente norteamericano. Esta comunidad no marca sus comienzos en 1972 (como IERBA) sino un siglo antes, en el momento en que un nuevo ferrocarril se extendía desde Saint Louis, a la orilla del Río Mississippi, depositando inmigrantes europeos en praderas y bosques a medida que los rieles se colocaban en una carrera implacable para alcanzar el Océano Pacífico. El Pastor Michelin Salomon, su señora Rachel Odin, y un rebaño de 50 padres, abuelos y niños, habían hecho un viaje de cuatro meses y asi se inicia una curiosa historia que une su historia con la de valdenses de Europa, de viticultores de Francia y de relojeros de Suiza, marcando el inicio de la primera iglesia valdense en el continente norteamericano.


En noviembre 1874 el Pastor Jean Pierre Michelin Salomon envía su dimisión desde la precaria colonia valdense en el Uruguay al comité ejecutivo de la Iglesia Valdense en Italia. Incesantes disputas entre los primeros colonos valdenses en América del Sur y una renovada ola de violencia en la guerra civil uruguaya pusieron en aprietos a esta aislada colectividad de agricultores. Michelin Salomon había sucedido a Miguel Morel, y éste sería sucedido por el pastor Daniel Armand-Ugon luego de un lapso de varios años sin guía espiritual. “Marseille, el militarismo y Montevideo han sido las tres maldiciones del pueblo valdense,” escribió desanimado el Pastor Michelin Salomon a un colega en Italia, refiriéndose a las persecuciones del siglo XVIII en Europa y al imparable recurso de las armas para resolver disputas políticas en el Viejo y en el Nuevo Mundo. Con Michelin Salomon y su familia se fueron otras: Lautaret, Catalin, Courdin, Hugon y Coisson, temerosos por su seguridad en Uruguay, o tal vez apostando en un mejor futuro en otro continente, apenas unas gotas en las mareas gigantescas de migración que pronto comenzarían a cruzar el Océano Atlántico.

 

Entre este desprendimiento de Colonia Valdense estuvo Jean Pierre Planchon, oriundo de Villar Pellice, quien en 1852, sin destino fijo, había embarcado en Génova, y luego de varias semanas desembarcó en Montevideo, donde encontró empleo como mesero en una confitería. Pronto escribió a un hermano en Val Pellice contando de nuevas chances de vida en el continente suramericano, noticias que llegaron a los oídos de los miles de pequeños agricultores de los superpoblados Valles Valdenses, iniciando así la migración de los valdenses al Río de la Plata. Luego de más de veinte años probando suerte en Uruguay, Planchon se fue con el Pastor Michelin Salomon, ya no como soltero como cuando llegó, sino como marido y padre de nueve hijos, todos nacidos en América del Sur y quienes no conocían otra vida que el campo uruguayo.

 
El lento viaje en barco desde el pequeño puerto fluvial de Rosario Oriental hasta Montevideo, el traslado a otro barco que seguía la costa atlántica del Brasil, un nuevo cruce del Océano hasta Le Havre, Francia y un nuevo barco desde Le Havre hasta Nueva York dejó al intrépido grupo en el puerto de Manhattan justo el 4 de julio de 1875, cuando los fuegos artificiales que conmemoraban el Día de la Independencia norteamericana dejaron a algunos horrorizados, pensando que habían escapado de una guerra civil en Uruguay para caer en medio de otra. En Nueva York el Pastor Michelin Salomon, el único en el grupo que hablaba inglés, se encontró con un colega, un pastor evangélico francés, el Reverendo Henri Grandlienard, quien había propuesto que el grupo arreglara con la compañía del ferrocarril Saint Louis y San Francisco para comprar terrenos en medio del continente, a más de dos mil kilómetros de Nueva York. Varios trenes y días después, el grupo bajó cerca de donde la construcción ferroviaria había llegado, en el estado de Missouri, en medio de extensas praderas y bosques de roble, poco habitados desde la expulsión de los indígenas Osage cinco décadas antes. La misma compañía ferroviaria vendía terrenos a los colonos y donó dieciséis hectáreas “para su uso en perpetuidad” como iglesia y cementerio.

Pronto se sumaron a la pequeña colonia en Missouri varias familias francesas y suizas. El Reverendo Grandlienard en Nueva York instó a evangélicos de habla francesa recién desembarcados en Nueva York a juntarse a la colonia valdense en Missouri. Los Arnaud, de Jersey, y Bariquand, viticultores que habían sufrido la devastación de la vid por la filoxera, llegaron de la Drôme y de la Saône-et-Loire.

La familia Cuendet, con tradición relojeros del canton de Vaud, también fueron asesorados por Grandlienard para probar su suerte como agricultores en la colonia evangélica francesa de Missouri.

La colonia pronto se esmeró por crear prósperos campos de trigo y otros granos. “Nos colons se sont gagné l’estime de leurs voisins,” escribió Michelin Salomon, “Nuestros colonos han ganado el respecto de sus vecinos por su conducta y actividad. Los niños ya hablan todos inglés y el contacto con los americanos hace correr la sangre un poco más rápido por sus venas valdenses.”

Gran alegría sintieron al ver tantos bosques, en lugar de las montañas desnudas en el Piamonte y la falta de madera dura en el Río de la Plata, sin embargo encontraron que el suelo era rocoso, y por el clima continental se congelaban los pozos de agua en el invierno y sufrían de calores infernales en el verano. “Nous avons quelquefois froid à pierre fondre.” “Tenemos a veces un frio terrible, y a la semana siguiente se está muy bien con todas las puertas abiertas.”

Otras familias llegaron desde Europa para aumentar la colonia original. Entre ellos se encontraban los Balmas, Bertalot, Combe, Bounous, Caïrus, Griset, Long, Avondet, Gaydou, Beux, Reynaud, Vigne, Meynier, Plavan, y Malan, portando sus costumbres valdenses y su patois original.

Los Hugon, pronto se marcharon desde Uruguay para el nuevo destino en Texas, donde en el siglo XX sus descendientes descubrirían yacimientos de petróleo bajo los campos donde cultivaban trigo en el siglo anterior. Muchos otros inmigrantes valdenses utilizaron la colonia de Missouri como punto de tránsito, aprendiendo el inglés e insertándose en la cultura norteamericana para luego seguir a California, donde se dedicaron a la agricultura o a la construcción.

 
La iglesia fundada por los colonos en 1875 pronto fue recibida por el Presbiterio Juan Calvino de la iglesia presbiteriana en Estados Unidos, visto que las autoridades valdenses en Italia recomendaron su incorporación a la iglesia reformada local, y que el rápido éxito agrícola auguraba una estabilidad material suficiente para mantenerse en los Estados Unidos. Hoy día la iglesia sigue portando el nombre “Iglesia Valdense Presbiteriana,” una de las dos que hay en Norteamérica.

 
Luego de casi 140 años de vida, la Iglesia Valdense Presbiteriana de Monett se encuentra en circunstancias cambiadas. Sólo una familia sigue con el trabajo del campo. Los hijos con formación profesional se van buscando mayores oportunidades en las ciudades más grandes. El número de miembros activos disminuye, contando unos 50 en el 2014. Sin embargo, se conserva la memoria de sus orígenes en Piamonte, Francia y Suiza, de los años en el Uruguay, y de la convicción de los Reformados que sólo mediante la gracia el creyente puede obtener su salvación espiritual.
 

 
 

Fuentes: Le Témoin. (Torre Pellice). Febrero 1879.Tron, Ernesto y Emilio Ganz.

Historia de las Colonias Valdenses Suramericanas. 1958. Watts, George.The Waldenses in the New World. 1937.