martes, 9 de septiembre de 2014

Algunos aspectos de la formación del Nuevo Testamento



El Nuevo Testamento se formó gracias a la recopilación de testimonios acerca de Jesús y de su movimiento. Jesús y sus discípulos fueron hebreos, y también lo fueron muchos de sus seguidores. Pero, después de la muerte y resurrección del Señor, muchas personas de otros orígenes,  tradiciones y culturas pasaron a formar parte de la iglesia, es decir, del movimiento de fe, comunidad, acción, solidaridad y esperanza que fue motivado por Jesús.
 
Desde el tiempo de vida de Jesús surgieron relatos orales sobre la vida y su ministerio, los cuales, con el pasar de los años, fueron volcados a la escritura
y luego recopilados en lo que llamamos el Nuevo Testamento. Los cuatro documentos que tratan directamente de Jesús son llama-dos evangelios. La palabra griega euaggelion significa «buena noticia». En el N.T. encontramos los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Los tres primeros son denominados evangelios sinópticos, lo cual significa que están escritos de manera similar... pero aún así presentan diferencias entre ellos.  La crítica especializada de la ciencia bíblica expone la teoría de que las fuentes originales de la tradición sobre Jesús están en el Evangelio de Marcos y en una fuente común a los evangelios de Mateo y de Lucas, a la cual se la llama simplemente «Q» (del alemán «Quelle», que significa fuente).
 
La fuente «Q» presentaría muchas de las enseñanzas fundamentales de Jesús.
u Hay algunas de las bienaventuranzas: sobre los pobres, los hambrientos y los que lloran.
u Está la exhortación a amar a los enemigos y bendecir a quienes nos maldicen.
u También el mandato de ofrecer la otra mejilla y no oponerse cuando, además de la camisa, nos quieran robar la capa. 
u Amar sólo a quienes nos aman, dice Jesús, no tiene ningún mérito.
u Otra exhortación se refiere al prestar sin esperar recompensa.
u El seguimiento de Jesús o la vida de acuerdo al Reino de Dios consiste en practicar la misericordia.
u Asimismo no hay que apresurarse en condenar al prójimo, juzgándolo sin sentimiento.
Primeramente hay que fijarse en la viga que uno tiene en su propio ojo, antes que juzgar por la vara que está en el ojo ajeno.
u Seguir a Jesús significa poner en práctica lo que El dice; de esa manera, el cristiano/a será firme como aquella persona que construyó su casa sobre la piedra.
u Jesús, según el testimonio de «Q», advierte a sus discípulos que no tiene paradero fijo.
u Quien dispone su vida para la causa del Reino de Dios debe fijar su prioridad en el futuro y en la esperanza, porque quien pone su mano en el arado y mira hacia atrás está desobedeciendo a la exhortación urgente de Jesús.
u Los discípulos deben orar para que el Señor envíe más obreros a su viña.
u Pero la misión no es fácil, pues los trabajadores del Reino son enviados al mundo como ovejas en medio de lobos. Los obreros de Jesús no deben llevar más equipaje que el mínimo necesario. Deben visitar hogares y desear la paz a quienes los reciban.
u Jesús enseña a orar con la oración modelo del Padre Nuestro, por la cual se pide a Dios que haga realidad su Reino entre nosotros.
u El creyente debe orar con fe, sabiendo que no hay nada oculto que no haya de revelarse.
u Hay quienes pueden matar el cuerpo de los seguidores de Jesús, pero no pueden matar su presencia ante Dios.
u El ser humano no debe desesperarse por sus bienes; así como Dios alimenta a las aves, que no siembran, ni hilan ni cosechan, y da vida a las hierbas y flores del campo, también dará vida a sus hijos/as, sin que para ello debamos ponernos ansiosos por el día de mañana. Dios sabe que tenemos necesidad del alimento, de la bebida y del vestido. Pero lo primero es ocuparse del Reino de Dios y su justicia, que lo demás vendrá por añadidura.
u La verdadera riqueza está en el compartir los bienes con los pobres y necesitados.
u De esa manera crece el Reino de Dios, aunque, en principio, sea apenas comparable al tamaño de un grano de mostaza. 
u Asimismo el Reino es como la levadura, que luego fermenta, aumentando mucho el tamaño original de la masa.
u El secreto de Jesús consiste en humillarse, no en vanagloriarse.
u La vida del Reino está reservada para todos, y en particular para los pobres, lisiados y enfermos.
u Quien quiera resguardar su vida de cualquier peligro, o compromiso por los demás, o acción de solidaridad, perderá la vida del Reino que ofrece Jesús. La salvación está en «perderse» en beneficio de los demás.
Los biblistas o exegetas consideran que el primer escrito que apareció del N.T. fue la Primera Carta o Epístola de Pablo a los Tesalonicenses, escrita alrededor del año 50 d.C.- El Evangelio de Marcos (abreviado Mr. o también Mc), por su parte, habría sido escrito en la década del 70 d.C.; el Evangelio de Mateo (Mt.) en la década del 80 d.C.; el Evangelio de Juan (Jn.), en la década del 90 d.C.; el Evangelio de Lucas (Lc.) y el libro de los Hechos de los Apóstoles (Hch.), hacia el año 100 d.C., al igual que los restantes escritos que no fueron redactados por el apóstol Pablo.
La mayoría de los exegetas consideran que Pablo escribió las siguientes cartas: Primera a los Tesalonicenses (I Tes.), Gálatas (Gál.), Filipenses (Fil.), Primera y Segunda a los Corintios (I y II Cor.), Filemón (Flm.), Colosenses (Col.) y Romanos (Rm.). Son las llamadas cartas paulinas.
Las cartas a los Efesios (Ef.), Segunda a los Tesalonicenses (II Tes.), Primera y Segunda a Timoteo (I y II Tim.), y a Tito (Tit.), fueron escritas por teólogos que recibieron la influencia directa o indirecta del apóstol Pablo. Estas cartas reciben la denominación de déutero-paulinas.
Completan los 27 escritos del N.T., además de los ya mencionados cuatro evangelios, los siguientes: Hechos de los Apóstoles, cartas paulinas y cartas déutero-paulinas, la Carta a los Hebreos (Hbr.), las llamadas Siete Cartas Universales (Santiago - Stg.; Primera y Segunda de Pedro - I y II Pe.; Primera, Segunda y Tercera de Juan - I, II y III Jn.; y Judas -Jds.), y el libro del Apocalipsis (Ap.).
 
Álvaro Michelin Salomon
Tomado de: ESTUDIOS BÍBLICOS PARA CAMINAR CON EL PUEBLO DE DIOS (NUEVO TESTAMENTO), escrito por Á.M.S. con la colaboración de Wilma Rommel;  Col. Valdense, edición de la Iglesia Evangélica Valdense del Río de la Plata, 2004, págs. 26-28.