miércoles, 10 de septiembre de 2014

LA BIBLIA TENIA RAZON

Entre Débora y Gedeón
 
«De esta  manera dio Jehová a Israel toda la tierra
que había jurado dar a sus  padres, y la poseyeron y habitaron en ella»
(Josué 21: 43)
 

Apenas finalizada la conquista de Canaán sucedió un hecho sorprendente: las tribus de Israel tomaron firme posesión del territorio  conquistado y dejó de ser el típico pueblo nómade. Así se convierte en un pueblo sedentario que cultiva los campos y abate bosques para roturar nuevas tierras. Al abandonar  las carpas y construir cabañas en las ciudades conquistadas se establecen entre las ruinas de las casas.
Las excavaciones arqueo-lógicas permiten reconocer claramente la rotura con los tiempos precedentes, porque donde antes había casas de familias patricias o palacios de señores feudales, surgen ahora cabañas rústicas. Los hijos de Israel sólo construyen estructuras ligeras, porque las construcciones sólidas hubieran requerido trabajo esclavo, y nada más odioso para los israelitas, tal tipo de trabajo. En esa época ellos se sienten hombres libres, campesinos independientes. Hasta la palabra «siervo», tan común en Canaán es usada por los israelitas en sentido diametralmente opuesto, es decir, para ellos significaba hombre libre.

En el sistema feudal de los señores de la ciudad los trabajos agrícolas eran reservados a los esclavos, mientras que en Israel eran ejecutados por los hijos de las familias libres. Su jefe era el padre, el patriarca.

Como bien lo muestra el libro de Jueces y luego comprobado por muchas investigaciones, Israel se instaló en la nueva patria como pueblo agricultor, pero en constantes luchas con sus vecinos, lo cual hace que vaya creciendo su fuerza y experiencia guerrera. La Biblia habla de conflictos con los moabitas, los amonitas y las tribus del desierto sirio, de sanguinarias guerras civiles y de la lucha de las tribus contra Benjamín. Estos años inquietos y tormentosos de la pri-mera colonización han encontrado su imperecedera expresión en tres relatos del Libro de Jueces: El canto de Débora, en  la  historia de Gedeón y en la gesta de Sansón.

Cuando Israel entra en la Tierra Prometida, hacia 1230 A.C, debió conformarse con la parte montañosa y no pudo exterminar los habitantes de la llanura porque éstos estaban poderosamente armados. Debieron pasar 100 años antes que las cosas cambiaran. Las tribus de las montañas de la Galilea deben haber pagado tributo a los cananeos, por lo menos  hasta que Débora incita a las tribus de Israel a la  liberación. Es Barac, de la tribu de Isacar, con la adhesión de otras tribus, quien forma un gran ejército y toma la decisión que nunca antes había osado: enfrentar al enemigo en una batalla en la llanura del valle de Jezrael, donde sucede algo  increíble: Israel vence, logrando destruir en campo abierto los carros de combate del fuerte ejército cananeo; demostrando estar a la altura la técnica de la guerra de los cananeos, e incluso, de superarla.

Un verdadero trabajo de pioneros es el realizado por los israelitas en las zonas montañosas. Lugares inhabitables, localidades sin surgentes y cursos de agua son llenados de vida, y aunque parezca extraño, el moderno estado de Israel ha puesto en valor las realizaciones de la técnica adoptada por sus antepasados. Por ejemplo, las cisternas excavadas para recoger el agua de lluvia eran revestidas interiormente por una composición tan sólida que resistieron el paso del tiempo por miles de años.

Hacia 1450 a. C, Tanac era una gran ciudad-Estado, y Mageddo solo una pequeña guarnición egipcia. Hacia 1150 a.C, Mageddo es destruida pero reconstruida y repoblada hacia el 1100 a.C.

Actualmente dos colinas de escombros en la llanura de Jezrael conservan los restos de Tanac y, a 10 km de distancia, los de Mageddo.

Los descubrimientos arqueológicos y las indicaciones provistas por la Biblia  hacen posible datar la primera batalla contra los carros de guerra cananeos en el período entre la destrucción y la reedificación de Mageddo, es decir alrededor del 1125 a.C.

Por su parte,  la historia de Gedeón narra el segundo triunfo de Israel. Desde Oriente irrumpe un día sobre Israel algo nuevo, desconocido y terrible: ordas de nómades medianitas montados en camellos, que invaden el país saqueando, destruyendo  y matando. Por años y años Israel había sido inexorablemente expuesto a las agresiones de los medianitas, surgiendo recién con Gedeón el día de estas agresiones al adoptar una nueva táctica sorpresiva, tal como se describe en Jueces 7: 15 y siguientes.

continuará...

Traducido y editado  por el Editor.